Bastava evocare le sue parole
scritte
e il piacere era infinito.
Con la destrezza d’un vecchio
maestro,
le parole diventavano reali
e con irruenza vitale
disegnavano
le linee ambra del suo corpo
al punto d’appassire.
Le sue parole, poi, sono
rimaste mute:
non un eco, niente; sparite
dentro il vortice dell’oblio,
se ne andarono come l’aria
che non si può tenere in mano,
come il tempo che non si può
fermare.
Ma quel corpo, ormai già
appassito,
ricorda tristemente
come quelle parole scritte,
mai mute,
le provocavano quel dolce
turbamento.
Versión en español
Bastaba evocar sus palabras
escritas
y el placer era infinito.
Con la destreza de un viejo maestro,
las palabras se hacían reales
y con ímpetu vital diseñaban
las líneas ámbar de su cuerpo
a punto de marchitarse.
Sus palabras, después, se quedaron
mudas:
no un eco, nada; desvanecidas
dentro del vórtice del olvido,
se fueron como el aire
que no se puede tener en la mano,
como el tiempo que no se puede detener.
Pero ese cuerpo, ahora ya marchito,
recuerda tristemente
cómo esas palabras escritas, jamás mudas,
le provocavan un dulce estremecimiento.