La Partida
De costumbre viajo a
México en verano y resto un mes y medio. Este año
fuí a
fines de septiembre y me quedé solo un mes.
Partí
temprano por la mañana
del aeropuerto de Peretola de Florencia. La eficiencia de Air France
se hace notar inmediatamente: nada de filas largas al check-in,
empleados distantes pero precisos.
En la sala de espera se
sienta a mi lado un señor
de claros origenes peruanos. Un físico
robusto con una buena panza. Apenas se sienta empieza a platicar
conmigo. Me cuenta que regresa a Perú
al funeral de una tía
muy querida, y va a encontrar también a su padre que no ve desde
hace varios años.
El trabaja en Italia como cuidador de ancianos, le gusta estar aquí
y está
felíz
que el Seguro Social italiano funcione. Su enfermedad: la diabete, es
curada perfectamente y sobretodo sus medicinas son gratuitas. De ahí
inicia un discurso sobre los gobiernos de los paises
latinoamericanos. Me relata con lujo de detalles de todas las raterías
de los políticos
peruanos. "En Italia
también roban", dice, "pero poquito", señala con los dedos como a indicar una porciòn pequeña. Lo miro divertida y él con tono de satisfaccion sigue "por lo menos dejan dejan dinero para el Seguro Social".
El vuelo de Florencia para
París
transcurre tranquilamente. Llegando al Charles De Gaulle, me dirijo a
la terminal de donde partiré para México.
En el camino para llegar
(que es largo) un señor
americano inicia a hablar conmigo. No sé que pasa que atraigo las
personas a platicar. El hombre habla siete idiomas y nuestra
conversación
mezcla el español,
el italiano y el inglés... es muy divertido, pero la cosa más
increíble
es que su esposa es de San Fernando, Tamaulipas, no puedo creerlo
(ciudad cercana a la mía
y conocida sobretodo en los últimos
años
por la matanza de los migrantes centroamericanos por los narcos).
¡Cáspita
cuánto
es pequeño
el mundo! Después un hasta luego y cada quien se dirije al proprio
gate. Quién sabe porqué en estos lugares se siente la necesidad de
narrarse a los extraños.
El aeropuerto es como una grande bombonera: perfumada, ordenada, los macarons en las vitrinas lucen
sus bellos colores pastel y los chocolates atraen hasta a los menos
golosos.
Estoy contenta y tranquila
porque todo procede de maravilla. Pero esta tranquilidad se rompe al
momento que anuncian un retraso de dos horas a la partida!
Después de un momento de
alboroto nos ofrecen un snack para aliviar la espera. Somos
tantísimas
personas y yo que creía
que habría
poca gente porque era un viaje fuera de temporada.
Finalmente partimos y el
vuelo pasa tranquilamente. La única
turbolencia la provocan los chicos serbios de un equipo de
baloncesto: son unos gigantes y hablan con voz muy alta. Caminan por
los pasillos del avión
comiendo snacks en continuación.
En la comida no resisto a
un buen Cabernet: Comté-Tolosan
y a una deliciosa tartaleta de chocolate que se desbarata en la boca. Veo
la pelícila
La la land y, aunque
si no amo el genere musical, me involucra y pienso que la historia es
muy actual y parecida a como se encuentran mis hijos y amigos el día
de hoy: en un mundo precario. Después no logrando dormir veo con
curiosidad otra película,
una comedia mexicana que, ha tenido un grande éxito:
“Cómo
ser un latin lover”, con Salma Hayek y
Eugenio Derbez...prefiero no hacer comentarios.
Después de doce horas de
vuelo, llego a CDMX. Somos una multitud de personas que tenemos que
pasar por migración.
Hace mucho calor y no hay ventilación,
en el aire flota solo un fuerte olor de comida, de alimentos
globalizados (papas fritas, hamburguesas y tacos).
Nunca como esta vez he
esperado tanto para recoger mis maletas. ¡dos
horas!
Salgo de ahí
con mi cargo cansada y enojada. Veo Laura sonrriente, no obstante
también ella haya hecho un viaje largo en autobus de Oaxaca a CDMX,
y haya esperado mi llegada tanto tiempo ahí
afuera. Me da una rosa y me abraza, en ese momento todo el cansancio
y la rabia desaparecen.
El hotel donde vamos es
austero, cómodo
para pasar una noche cerca del aeropuerto. Rumor incesante de tráfico
nocturno en la avenida. La llovizna es un rítmico
tictac sobre el asfalto. Buenas noches, Laura está
a mi lado, dormimos juntas. Mi niña,
una mujer fuerte.
El despertar es
desnudarse, una ducha caliente y se vuelve a la vida.
Tampico, se parte.
Aeropuerto de la Ciudad de
México, estoy en la sala de espera. Observo las personas a mi
alrededor, es curioso, un tiempo cuando vivía
en México encontraba siempre algún
conocido en este vuelo para Tampico. Ahora para mí
son todos desconocidos, han pasado trenta y cinco años
que dejé México. A mi lado está
sentada una mujer de cuarenta años
linda y bien peinada, lleva tacones muy altos. De un bolsón
saca un recipiente de plástico
transparente con abundante crudité
de verduras. Abre el recipiente y el fuerte olor del pepino invade el
ambiente. Todo parece muy saludable hasta que, después, sumerge
todas la verduras en una salsa cocktail para comer con gusto.
Despreocupada de las personas que la rodean, mordisquea ruidosamente
como una ardilla la entera ensalada.
Subimos al avión,
a mi lado en el otro pasillo se sienta una familia de gordos: padre,
madre y niño
como de año
y medio. El pequeño
chilla como loquito. El papá
no pierde tiempo, llena el biberón
con Pepsi-Cola, el bebé se pega a la botella y como por encanto se
calla entre los brazos suaves de la mamá.
Su primera dosis de azúcar...pobre
criatura.
Llegar a Tampico es
siempre un placer, el olor salobre del mar tiene un sabor de casa. La
vegetación
es espléndida, de un verde exuberante. El abrazo con Gerardo y
Rossy, la primera cerveza fresca, la deliciosa carne a la Tampiqueña.
Tertulia en casa del querido amigo Hiram. Su casa es un pequeño
castillo de cuatro pisos lleno de cactus, enredaderas de buganvilia,
objetos de arte y pinturas. El es un verdadero artista.
El
mar espera, estos son días de lluvia.
Rumbo
al Mante.
Años
atrás este viaje lo hacía siempre con mi hermana Lauris. Las cosas
han cambiado y desde el año pasado este trayecto lo hago sola, no
les escondo que siempre con algo de miedo. Esta carretera puede ser
muy peligrosa.
Salgo
puntual con el autobus de Transpais, me dispongo come de costumbre a
ver una película. Escojo una italiana: La
Corrispondenza
de G. Tornatore con Jeremy Irons. La carretera es sin curvas pero
extrañamente el chofer va muy veloz e inicio a sentirme mal, tengo
náusea y no logro terminar de ver la película.
Ya
casi para llegar al Mante hay un retén de soldados: pueden imaginar
lo espantada que estoy. Pienso que hizo falta el agua bendita de mi
hermana Lauris: ella, siempre, cuando viajabamos juntas, sacaba una
botellita con agua bendita, esparcía alrededor de nosotras el
contenido y nos íba siempre bien. ¡Cáspita no traigo ni siquiera
el rosario en la mano, lo dejé en la maleta!
Bajamos
todos en silencio. El aire y el susto me hacen bien, se me quitó la
náusea. Los soldados ponen los perros a olfatear todas las maletas,
después rondan entre nosotros, yo estoy petrificada. Luego nos dejan
subir al autobus saludando militarescamente. De ahí a poco llegamos
al Mante con un sol abrasador pero es también mi casa.
Después
de muchos años las cinco hermanas nos hemos encontrado juntas en
casa de mamá. Hemos festejado los cumpleaños mio y de mi hermana
Marcela como cuando eramos niñas, ella el dos de octubre y yo el
cinco. Charo preparó una rica comida y noté a mamá muy contenta de
estar rodeada de sus cinco “¡dolores de cabeza!”.
En
Mante mis amigos poetas y escritores Carlos Acosta y Miguel Ángel
Villalobos me organizaron la presentación y lectura de mi último
libro de poemas. ¡Un grande gracias a ellos! Todo estuvo muy lindo y
emocionante. Incluso me hicieron una entrevista en directa en la
televisión local. Nos dieron un espacio en un programa de deportes,
y el presentador hablaba eufórico de Italia.
La
presentación y la lectura se llevaron a cabo en la Galería de arte
Ramón Cano Manilla, a un lado del palacio municipal. Participaron
amigos, parientes y algunas personas representantes del gobierno,
incluso el presidente y su esposa.
Los
días en Mante los pasé en familia. Transcurrí mucho tiempo junto a
mamá. Estoy contenta que ella esté bien de salud. Lleva con porte
elegante sus casi ochenta y nueve años de edad. Está perfectamente
lúcida de su mente, con ella puedes conversar de todo y no se le
escapa nada. Todavía no necesita anteojos para leer, al dentista va
solo para la higiene bucal, tiene todos sus dientes, es autónoma.
Lee sus libros en la tarde entre una telenovela o película.
Organiza la comida cotidiana para seis personas, y aunque si ya casi
no cocina enseña y dirige a una joven muchacha.
Es
realmente un placer estarle cerca y una grande tristeza despedirme de
ella cada año. El día de la partida llega siempre pronto y no me
queda que abrazarla fuerte y llevarme en mi corazón su calor. ¡Te
quiero mucho mamá!
De
paso enTampico.
Esta
vez el viaje a Tampico lo hice en coche junto a Lauris y un amigo. Un
viaje veloz y cómodo, ningún retén de soldados...¡El agua bendita
de Lauris funciona!
Pero
este año para mí el mar se hace invisible.
En
forma más prosaica necesito arreglarme las manos y los pies y
hacerme depilaciones de cejas y bigote. Voy a un centro comercial y
me dirijo a un negocio especializado para depilaciones. Todo muy
profesional, pequeños cubícolos para trabajar y tantas señoritas
listas para hacerte desaparecer esos horribles “pelitos”del
rostro.
Está
lejos el tiempo en que Tiziano Ferro dijó en un talk show italiano
que las mujeres mexicanas estaban bigotudas ocasionando incluso un
incidente diplomático. Desde entonces el ingenuo Tiziano no fué más
querido en México, lástima, es tan buen cantante, y ora seamos
sinceras: ¡Todas estamos un poquito bigotonas!
En
cambio para hacerme el manicure y pedicure fuí a un Beauty Center
unisex. Las mujeres y hombres que trabajan ahí visten con uniformes
llevando una casaca negra estile cazador, con dobladillos fuxia. El
jefe de los peluqueros decisamente gay, un cincuentón entrecano,
anda en chanclas y calcetines y vuela como una abeja de una cabeza
con tubos a una cabeza con cabellos teñidos dando òrdenes. Las capas de las
clientes son todas leopardadas, zebradas, negras, doradas y fuxia.
Ah, olvidaba: no faltan por todos lados las pantallas de tv con los
videos de música black donde grandes nalgas de mujeres voluptosas se
retuercen junto a hombres que llevan gruesas cadenas de oro en el
cuello e inevitables camisetas sin mangas. El Beauty Center muy
divertido. ¡Un verdadero monumento al kitch!
Camino
a Oaxaca.
Antes
que nada tengo que hacer una premisa: mi hija en junio pasado se casó
con un chico mexicano de origen oaxaqueño. El matrimonio civil y
religioso fué aquí en Florencia, fué una ceremonia muy íntima,
pocas personas pero todo muy bello y especial.
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Florencia,Italia (22 de junio 2017) |
Ellos
decidieron hacer otra celebración en Oaxaca, haciéndo una misa
de gracias donde el sacerdote bendijo los anillos. Después
organizaron una grande fiesta con tantos amigos y familiares. Una
fiesta estile oaxaqueño, folklòrica. Este fué el motivo de mi
viaje en esta ciudad.
El
estado de Oaxaca se encuentra al sureste del territorio mexicano, es
uno de los estados más montañosos del país y con mayor diversidad
linguisticas.
La
ciudad de Oaxaca de Juárez (nombre completo) tiene un clima
templado gracias a su posición a una altitud de 1500 metros sobre el
nivel del mar. Oaxaca es rica de historia, de tradiciones culturales
y gastronómicas.
La
primera agradable sorpresa es el aeropuerto, es pequeño y muy bien
arreglado, casi minimalista. Inmediatamente se respira el arte. Pero
basta salir de ahí que uno se encuentra en el caos del tráfico y de
la manera más loca en que todos manejan. La ciudad no es muy limpia,
porque no cuentan con un servicio bueno de recolección de la basura.
De vez en cuando algunos hombres pasan arrastrando unos botes de
metal oxidados y tocando una campana para avisar la gente de su
llegada. Uno de los motivos por lo cual la gente a veces está
obligada a dejar la basura afuera en las banquetas es el no escuchar
el tintineo, de consecuencia lo sucio se queda en las calles. Las
aceras están destruídas, un poco por el crecimiento anómalo de
bellos árboles gigantescos y un poco por el desinterés de las
autoridades locales. No obstante todo esto, la ciudad es muy bella e
interesante. Por todos lados crecen árboles, plantas con bellísimas
flores de colores encendidos. Viendo toda esta naturaleza crecer
exuberante se comprende el origen de los bordados en los vestidos, en
los maravillosos tapetes y en todo tipo de tejidos.
Para
conocer bien la ciudad, hay que caminar y en el andar
descubrir esquinas y callecitas particulares, donde nos sorprenderá
siempre algo de artístico y de poético. Y si son afortunados como
yo, ver unos jovenes realizar increíbles murales ¡Son artistas
únicos! En este período de días de muertos es un revuelo de
esqueletos, cráneos, colores, leyendas y cada barrio vive y organiza
manifestaciones llenas de significados.
La
celebración de la vida y la muerte que van juntas abrazadas.
Visité
muchos lugares que me han dejado impresionada, sobretodo la
vegetación. La visita al Museo Botánico no se la deben perder.
Estas están organizadas con guía y solo a ciertos horarios. Vale la
pena. El lugar es único y se quedarán a boca abierta al ver la
cantidad de árboles y cactus. Curioso el árbol del matrimonio con
insidiosas espinas, delicioso el amate amarillo, y qué decir de
todos los cactus...no hay adjetivos para describirlos.
Les
cuento dos aspectos que se me hicieron curiosos: en la sala donde se
compran los boletos para visitar el museo hay muchos sombreros de
paja en préstamo para protejerse del sol (la visita dura poco más
de una hora a cielo abierto). Y la otra cosa es que, sobre el
escritorio de la persona que vende los boletos, hay también unos
rollos de papel de baño con algunos montoncitos ya listos para
distribuirlos. El empleado con aire muy formal te informa que si
quieres ir al baño se encuentra en el fondo del claustro y te da un
montoncito de papel, pues en el baño no hay. Yo hago uso de uno y
les puedo asegurar que estaban impecables de limpios. Lo que me
vino en mente es ver la desenvoltura de los mexicanos con el uso del
papel de baño. Puedo imaginar un empleado en los museos en Italia
distribuyendo papel higiénico... estarían en pie de guerra todos
los sindicatos ¡jaja!
El
motivo principal de mi visita a esta ciudad, como he dicho antes, es
la fiesta mexicana del matrimonio de mi hija. No estoy aquí a
platicarles los pormenores porque se necesitaría un capítulo
aparte. Puedo solo decirles que fuè muy divertida y bella. Yo la
viví en manera más discreta, no por falta de interés. Pero
habiéndo yo organizado el verdadero matrimonio en Italia, para mí
esta era la fiesta de ellos y yo solo una figura secundaria. Hicieron
todo perfectamente, bella la misa pero para mí con menos
significado. Al salir de la iglesia hubo una maravillosa sorpresa: La
Calenda,
que es un desfile donde dos monos gigantes (en este caso
representaban los novios) abren la fiesta junto a unas mujeres
vestidas con trajes folkloricos y canastas de flores en la cabeza, la
banda que toca alegres canciones y un chico que distribuye vasitos
con mezcal. Al llegar a la plaza inician los bailes entre la gente
del pueblo e invitados y novios. Todo muy alegre y colorido.
A
continuación fuímos al salón donde se llevo a cabo el evento, una
ex-fábrica de cal: La
Calera.
Donde el antiguo espacio industrial se funde perfectamente con la
modernidad y la naturaleza.
La fiesta prosiguió con la música de
salsa y cumbias de una grande orquesta de quince elementos. Sirvieron
una deliciosa comida tradicional oaxqueña donde el menú satisfizo
todos los paladares nacionales e internacionales. Todo esto
acompañado con diferentes mezcales artesanales de la zona. Hasta yo
que nunca bailo me dejé llevar por los ritmos salseros y me dí a
las danzas como cuando jovencita.
¡Bellisima fiesta, bravos Laura y
Juan!
Los
días pasaron haciéndo paseos y visitando mercados que son una
maravilla de colores y sabores.
No acostumbrada a comer mucho
(¡demonios!) tengo que admitir que no pude comer todo lo que ofrece
la abundante cocina oaxaqueña, pero lo comí con mis ojos. El sabor
que me dejaron las famosas “memelas”, me lo llevaré en la
habitación de mi memoria gustativa para siempre.
Una
día fuímos fuera de la ciudad a visitar el Centro de Arte de San
Agustín de Etla, fundado por el famoso
y grande artista Francisco Toledo (que nos cruzamos con él en el
barrio de Xochimilco). El lugar es una ex-fábrica de hilados y
tejidos, y ahora a punto centro de arte. Todo maravilloso, la vista
de las montañas espléndida.
A
nuestro regreso nunca hubiera imaginado de encontrarme en un
infierno. En Oaxaca se usa y abusa en ocupar las calles y hacer
bloqueos en las carreteras, sobretodo en las entradas principales a
la ciudad. Así ese día al nuestro regreso nos encontramos con un
inmenso bloqueo que sin previo aviso organizó la CTM, cerrando la
autopista que viene de México. No pueden imaginar la cantidad de
camiones, coches, trailers atravesados en la carretera. Tuvimos que
movernos por brechas limítrofes, inaccesibles para encontrar una
hipotética salida, saltamos un camellón como si anduvieramos en un
jeep y no en un sencillo vehículo utilitario. Yo como siempre en un
ataque de pánico, pensé que pasaríamos toda la noche fuera. Cuando
me pasan estas cosas reconozco que a estas alturas soy solo una mujer
aburguesada no más adapta a este tipo de aventuras. Menos mal que
Laura y Juan no me mandaron a la ching...por mi histeria.
Lástima
que sucedan estas cosas, ví autobuses llenos de turistas parados e
indecisos en qué hacer, muchos bajaban y arrastraban sus maletas por
algún kilómetro para superar el bloqueo y poder tomar un taxi donde
los taxistas esperaban con alegría sus clientes. Igualmente el
zócalo de la ciudad desde hace varios años está ocupado por los
maestros, viven en tiendas de campaña como si fueran terremotados.
El
zócalo es la plaza donde aparte la ocupación de los maestros, hay
muchas manifestaciones de fiesta con bailes y música o desfiles de
protesta. A su alrededor hay restaurantes con muy buenas cocinas. Comer al abierto es un reto ya que los vendedores ambulantes rodean las mesas con mucha insistencia. Tal vez por eso la famosa y sabrosa tlayuda
me cayó indigesta.
|
Manifestaciòn de la pobalciòn indìgena Triquis |
Los
días en Oaxaca fueron llenos de color, de calor de las personas tan
gentiles que encontré: ví una vegetación asombrosa, cambié
sabores, cambié clima, abrazé mi hija, la consentí y la amé.
Después forzosamente llega siempre puntual el momento de partir y el
corazón se llena de tristeza, se engullen las lágrimas y se toman
las maletas.
Me
vuelvo un segundo para recoger la última mirada.
No
se hace un viaje, el viaje se hace y se deshace: nos inventa.
Versione in italiano
La Partenza
Di solito viaggio in Messico d'estate e
rimango un mese e mezzo. Quest'anno invece sono andata via a fine
settembre e sono rimasta solo un mese.
Sono partita la mattina presto
dall'aeroporto di Peretola a Firenze. L'efficienza di Air France si
fa notare subito: niente code lunghe al check- in, impiegati freddini
ma precisi.
Nella sala d'attesa si siede accanto a
me un signore di chiare origine peruviane. Un fisico tracagnotto con
una bella pancia. Non fa in tempo a sedersi che attacca bottone con
me. Mi racconta che torna in Perù al funerale di una zia molto
amata, e va a trovare anche il padre che non vede da diversi anni.
Lui lavora in Italia come badante, si trova molto bene ed è molto
felice che il sistema sanitario italiano “funzioni”. La sua
malattia: il diabete, viene curata perfettamente ma sopratutto le sue
medicine sono gratuite. Da lì parte un discorso sui governi dei
paesi latinoamericani. Mi racconta per filo e per segno delle ruberie
dei politici peruviani. Poi conclude soddisfatto che anche in Italia
rubano però molto meno, dice “sono moderati per rubare, e al meno
rimangono soldi per la sanità”!
Il volo da Firenze a Parigi trascorre
tranquillo. Arrivando al Charles De Gaulle, mi dirigo al terminal da
dove dovrei ripartire per il Messico.
Nel tragitto per arrivare lì (che è
lungo) un signore americano inizia a parlare con me. Non so che
succede ma attiro le persone a chiacchierare. L'uomo parla sette
lingue e la nostra conversazione mescola lo spagnolo, l'italiano e
l'inglese...è molto divertente, ma la cosa più buffa è che la
moglie è di San Fernando, Tamaulipas, non ci posso credere (paese
abbastanza vicino alla mia città e venuto alla cronaca per fatti di
tanti sequestri di migranti centroamericani per mano dei narcos).
Cavolo il mondo è piccolo! Poi un arrivederci e ogniuno prende
strada verso il proprio gate. Chissà perché in questi posti c'è il
bisogno di raccontarsi a estranei.
L'aeroporto è come una grande
bomboniera: profumata, ordinata, i macarons in vetrina sfoggiano i
bei colori pastello e la cioccolata attira anche i meno golosi.
Sono contenta e tranquilla perché
tutto procede a meraviglia. Poi questa tranquillità si spezza perché
annunciano il ritardo di due ore sulla partenza!
Dopo un po' di trambusto, ci offrono
uno snack per alleviare l'attesa. Siamo tantissime persone e io che
credevo che ci sarebbe stata poca gente perché era un viaggio fuori
stagione.
Finalmente partiamo e il volo trascorre
tranquillamente. L'unica turbolenza la provocano i ragazzi serbi di
una squadra di pallacanestro: sono dei giganti e parlano con voce
molto alta. Gironzolano per i corridoi dell'aereo mangiando snacks in
continuazione.
Per pranzo non resisto a bere un
Cabernet: Comté-Tolosan con una deliziosa crostatina al cioccolato
che si scioglie in bocca. Mi guardo il film La la land e, anche
se non amo i musical, mi coinvolge e penso che la storia è molto
simile a quella in cui si trovano al giorno d'oggi i miei figli e
amici: un mondo precario. Poi non riuscendo a dormire guardo
incuriosita una commedia messicana che, ho sentito, ha avuto un
grande successo: “Cómo
ser un latin lover”, con Salma Hayek e Eugenio Derbez... preferisco
non far commenti.
Dopo dodici ore di volo, sono arrivata
a CDMX. Siamo una moltitudine di persone che devono passare la
migrazione. Fa molto caldo e non c'è ventilazione, nell'aria
galleggia solo un acuto odore di mangiare, di cibo globalizzato
(patatine fritte, hamburger e tacos).
Mai come questa volta ho dovuto
aspettare tanto per riprendere il bagaglio, due ore!
Esco dall'uscita con il mio carico
stanca e arrabbiata. Vedo Laura sorridente, nonostante anche lei
abbia fatto un viaggio lungo quanto il mio in bus da Oaxaca a CDMX,
ed è lì fuori ad aspettarmi da un bel po' di tempo. Mi porge una
rosa e mi abbraccia, in quel momento tutta la stanchezza e rabbia
spariscono.
L'albergo dove andiamo è austero,
comodo per passare una notte vicino all'aeroporto. Rumore incessante
del traffico notturno sui viali. La pioggerella è un ritmico
ticchettio sull'asfalto. Buona notte, Laura è al mio fianco,
dormiamo insieme. La mia bambina, una donna forte.
Il risveglio è denudarsi, una doccia
calda e si torna alla vita.
Tampico, si riparte.
Aeroporto di Città del Messico, sono
in sala d'attesa. Osservo le persone intorno, è curioso, un tempo
quando vivevo in Messico incontravo sempre qualche conoscente in
questo volo per Tampico. Ora sono tutti degli sconosciuti per me,
sono passati trentacinque anni da quando ho lasciato il Messico.
Accanto a me si siede una donna quarantenne carina e ben pettinata,
tacchi altissimi. Da un borsone tira fuori un contenitore di plastico
trasparente con un'abbondante cruditè di verdure. Apre il
contenitore e il forte odore del cetriolo invade l'ambiente. Tutto
sembra molto salutare tranne il fatto che, dopo, intinge tutte le
verdure in una salsa cocktail per mangiare con gusto. Noncurante
delle persone accanto, sgranocchia rumorosamente come uno scoiatolo
l'intera insalata.
Abbordiamo l'aereo, accanto a me
dall'altra parte del corridoio siede una giovane famiglia di “gordos”
: padre, madre e bambino di un anno o poco più. Il piccolo strida
come un matto. Il padre non perde tempo, riempe il biberon con
Pepsi-Cola, il bebè si attacca alla bottiglia e come per incanto se
zittisce fra le morbide e grasse braccia della mamma. La sua prima
dose di zucchero... povera creatura, candidato al diabete!
Arrivare a Tampico è sempre un
piacere, l'odore salmastro del mare sa di casa. La vegetazione
splendida, di un verde rigoglioso. L'abbraccio con Gerardo e Rossy,
la prima birra fresca, la deliziosa carne alla Tampiqueña.
Serata a casa del caro amico Hiram. La sua casa è un piccolo
castello di quattro piani pieno di piante grasse, buganvillea
arrampicanti e oggetti vari e pitture. Lui è un vero artista.
Il mare attende, questi giorni sono di
pioggia.
Verso il Mante.
Un tempo questo viaggio lo facevo
insieme a mia sorella Lauris. Le cose cambiano e dall'anno scorso
questo percorso lo faccio da sola, non nascondo che ho sempre un po'
di paura. Questa può essere una strada pericolosa.
Parto puntuale sul bus di Transpais, mi
dispongo a guardare un film come di consueto. Ne scelgo uno italiano:
La Corrispondenza di G. Tornatore con Jeremy Irons. La strada è
dritta ma stranamente l'autista va troppo veloce e io inizio a
sentirmi un po' male, ho la nausea e non riesco a finire di vedere il
film. A metà strada c'è un posto di blocco. I soldati ci fermano e
ci fanno scendere: potete immaginare quanto sia spaventata. Penso
sia venuta a mancare l'acqua benedetta di mia sorella Lauris: lei di
solito, quando facevamo questi viaggi insieme, tirava fuori una
bottiglietta, spargeva intorno l'acqua benedetta e andava sempre
tutto bene. Accidenti non ho nemmeno il rosario in mano, è rimasto
in valigia!
Scendiamo tutti in silenzio. L'aria e
lo spavento mi fanno bene, la nausea è scomparsa. I soldati con i
cani fanno annusare le valigie una ad una, poi gironzolano intorno a
noi, io sono impietrita.
Dopo ci fanno salire sul bus e salutano
militarescamente. Da lì a poco arrivo al Mante con un sole rovente
ma è anche casa mia.
Dopo tanti anni ci siamo trovati tutte
cinque le sorelle insieme a casa di mamma. Abbiamo festeggiato i
compleanni mio e di mia sorella Marcela come quando eravamo bambine,
lei del due di ottobre e io del cinque. Charo ha preparato un pranzo
eccellente e ho visto la mamma veramente felice d'avere intorno a sé
le sue cinque rompiscatole!
In Mante i miei amici scrittori e poeti
Carlos Acosta e Miguel Ángel
Villalobos hanno organizzato la presentazione e lettura del mio
ultimo libro di poesie. Un grazie enorme a loro! Tutto è stato molto
carino ed emozionante. Mi hanno persino intervistato in diretta nella
televisione locale. Ci hanno dato spazio in un programma di calcio e
il presentatore parlava euforico dell'Italia.
La presentazione e lettura si sono
svolta nella galleria d'arte Ramón
Cano Manilla, accanto al palazzo municipale. Hanno partecipato amici,
parenti e alcune persone rappresentative del governo, persino il
sindaco e la moglie!
I giorni al Mante li ho trascorsi in
famiglia. Ho passato molto tempo insieme alla mamma. Sono contenta
che lei stia bene. Porta sempre con eleganza i suoi quasi ottantanove
anni. É perfettamente lucida,
con lei si può conversare di tutto e non le scappa nulla. Non ha
ancora bisogno degli occhiali, dal dentista ci va solo per la
pulizia, ha tutti i suoi denti, è autonoma. Legge i suoi libri nel
pomeriggio fra un film e la telenovella. Organizza i pranzi
quotidiani, anche se lei già quasi non cucina più, ma insegna a
farlo a una ragazza. È veramente un piacere starle vicino e un
grande dispiacere ogni volta salutarla. Il giorno della partenza
arriva sempre presto e non mi resta che abbracciarla forte e portare
nel cuore il suo calore. Ti voglio bene mamma!
Di
passaggio a Tampico.
Questa
volta il viaggio a Tampico l'ho fatto in macchina insieme a Lauris e
un amico. Viaggio veloce e comodo, nessun posto di blocco... l'acqua
benedetta di Lauris funziona!
Ma
il mare quest'anno è invisibile per me.
Più
prosaicamente ho bisogno di sistemarmi mani e piedi e far cerette per
ciglia e baffetti. Vado a un centro commerciale e mi rivolgo ad un
negozio specializzato solo per le cerette. Tutto molto professionale,
piccoli cubicoli per lavorare e tante signorine pronte a farti
sparire quegli odiosi peletti dal viso.
È
lontano il tempo in cui Tiziano Ferro disse in un talk show italiano
che le donne messicane erano baffute generando addirittura un
incidente diplomatico. Da allora l'ingenuo Tiziano non è più stato
amato in Messico, peccato, e così bravo, e poi diciamola tutta:
tutte siamo un po' donne baffute!
Per
farmi la manicure e pedicure vado a un Beauty Center per uomini e
donne. Le donne e uomini che lavorano lì portano degli uniformi con
delle casacche nere stile cacciatori con dei risvolti fucsia. Il capo
parrucchiere decisamente gay, un cinquantenne brizzolato, gira in
sciavate di plastica con calzini e salta come un'ape da una testa con
bigodini ad una testa con capelli mechati. Le mantelline delle
cliente sono tutte leopardate, zebrate , nere, dorate e fucsia. Ah,
dimenticavo: non mancano gli schermi tv disseminati dappertutto con i
soliti video di musica black dove grossi sederi di donne voluttuose
si divincolano insieme a uomini che portano massicce catene d'oro al
collo e immancabili canottiere. Il Beauty Center molto divertente, un
vero monumento al kitch!
Verso
Oaxaca.
Prima
di raccontare questa parte devo fare una premessa: mia figlia lo
scorso giugno si è sposata con un ragazzo messicano d'origine
oaxaqueño. Il matrimonio religioso e civile fu qui a Firenze, molto
intimo, poche persone ma molto bello e speciale.
|
Firenze,Italia (22 giugno 2017) |
Hanno
voluto rifare questo evento a Oaxaca, facendo una messa di
ringraziamento dove il prete ha benedetto solo gli anelli. Poi hanno
organizzato una grande festa con tanti amici e parenti. Una festa
proprio stile oaxaqueño folcloristica. Questo è stato il motivo per
cui sono andata là.
Lo
stato di Oaxaca si trova a sud-est del territorio messicano, è uno
degli stati più montuosi del paese e con maggior diversità
linguistiche.
La
città di Oaxaca de Juárez (nome completo) ha un clima temperato
grazie alla sua posizione a un'altitudine di 1500 metri sul livello
del mare. Oaxaca è ricca di storia, di tradizioni culturali e
gastronomiche.
La
prima gradevole sorpresa è l'arrivo all'aeroporto, che è piccolo e
ben curato, quasi minimalista. Subito si respira arte. Ma basta
uscire da lì che si ritrova nel caos completo del traffico e della
pazza maniera in cui tutti guidano. La città non è molto pulita,
infatti non hanno un buon sistema di raccolta di rifiuti. Ogni tanto
passano degli uomini trascinandosi serbatoi metallici piuttosto
arrugginiti e suonando una campana per avvisare il loro arrivo. Uno
dei motivi per cui la gente a volte è costretta a lasciare la
spazzatura fuori sui marciapiedi è il non sentire lo scampanellio,
di conseguenza la sporcizia sulle strade. I marciapiedi sono
disastrati, un po' per la crescita quasi abnorme di bellissimi alberi
giganteschi e un po' per il menefreghismo dell'autorità locale.
Dappertutto
crescono alberi, piante con delle bellissime fiore dai colori
accessi. Vedendo tutta questa natura crescere rigogliosa si capisce
l'origine dei ricami nei vestiti, dei meravigliosi tappetti e tutti
tipi di tessuti.
Per
conoscerla bene, bisogna camminare sempre e scoprire, nell'andare,
angoli e stradine particolari, dove si trova sempre qualcosa
d'artistico, e se sei fortunata come è capitato a me, puoi vedere i
ragazzi che realizzano dei incredibili murales. Sono degli artisti
unici! In questo periodo poi dei giorni dei morti è un tripudio di
scheletri, teschi, colori, leggende ed ogni quartiere vive e
organizza eventi significativi.
La
celebrazione della vita e della morte che vanno a braccetto.
Ho
visitato tanti posti che mi hanno lasciato impressionata, sopratutto
la loro flora. La visita al Museo Botanico è da non perdere. Le
visite sono organizzate con guida, e solo a determinate ore. Ne vale
la pena. Il posto è unico e rimarrete a bocca aperta nel vedere la
quantità d'alberi e cactus. Curioso l'albero del matrimonio pieno di
spine insidiose, delizioso l'albero “amate amarillo”, e ché dire
di tutti cactus... non ci sono aggettivi per descriverli.
Racconto
due cose che mi sono sembrate molto buffe: nella stanza dove si
comprano i biglietti per visitare il Museo ci sono tanti cappelli di
paglia in prestito per chi ne ha bisogno (la visita è all'aperto è
dura poco più di un'ora). L'altra cosa è che, sulla scrivania della
persona che vende i biglietti, ci sono dei rotoli di carta igienica
con alcuni mucchietti di carta già pronti. L'impiegato con aria
formale ti dice che se hai bisogno d'andare in bagno si trova in
fondo al chiostro e ti da un mucchietto di carta perché nel bagno
non c'è. Io ne ho fatto uso e vi posso assicurare che i bagni erano
impeccabili. Quel che mi ha dato da pensare è la disinvoltura dei
messicani quando si tratta dell'uso della carta igienica. Posso
immaginare un impiegato di musei in Italia distribuendo carta
igienica... ci sarebbero tutti i sindacati in pie di guerra, ahah!
Il
motivo principale della mia visita a questa città, come ho detto
prima, è stata la festa messicana del matrimonio di mia figlia. Non
sto qui a raccontare tutti i particolari perché ci vorrebbe un altro
capitolo a parte. Posso solo dirvi che è stata molto bella e
divertente. Io la ho vissuta in modo defilato, non per mancanza
d'interesse. Ma avendo organizzato io il vero matrimonio in Italia,
questa per me era la loro festa e io solo una comparsa. Hanno fatto
tutto perfettamente, bella la messa, ma per me meno significativa.
Usciti dalla chiesa c'è stata la sorpresa di ciò che loro chiamano
“La Calenda”che altro non è che una sfilata dove aprono la
strada due grandi e grossi pupazzi (in questo caso rappresentavo gli
sposi), alcune donne vestite con i costumi folcloristici e canaste
con fiori in testa, la banda che suonava allegramente e un ragazzo
che distribuiva piccoli bicchierini di mezcal lungo la strada. Poi
arrivando in piazza continua la festa e si aprono le danze di tutta
la gente.
Da
lì siamo andati al salone vero e proprio della festa in una
ex-fabbrica di calce: La Calera. Dove lo spazio industriale di un
tempo si fonde perfettamente alla modernità e la natura. La festa ha
proseguito lì con la musica di un'orchestra di salsa e cumbie. Hanno
servito unn pranzo delizioso dove la tradizione culinaria oaxaqueña
ha soddisfatto tutti i palati nazionali e internazionali. Tutto
questo annaffiato con dell'ottimo mezcal artigianale della zona.
Bevanda alcolica molto di moda in questi ultimi anni. Persino io che
non ballo mai, mi sono data alle danze come quando ero ragazza.
Bellissima
festa, bravi Laura e Juan!
I
giorni sono trascorsi facendo passeggiate e visitando il mercato che
è una meraviglia di colori e sapori. Non essendo più abituata a
mangiare molto devo ammettere che non sono riuscita a provare tanti
piatti della cucina oaxaqueña, ma gli ho mangiato con gli occhi. Ma
il gusto con cui ho mangiato le “memelas” ( specie di tortilla di
mais ripiene di carne, fagioli, formaggi, etc) me lo porterò nella
stanza della memoria gustativa.
Un
giorno siamo andati fuori della città per conoscere il Centro de
arte de San Agustín de Etla, fondato dal famoso e bravo artista
Francisco Toledo. Il posto è una ex fabbrica di tessuti e filati, e
ora a punto centro d'arte. Tutto meraviglioso, la vista delle
montagne incredibile.
Al
nostro ritorno non avrei mai immaginato di trovarmi in quell'inferno.
In Oaxaca c'è la usanza di occupare e bloccare le strade che siano
in città o sull' autostrade all'ingresso in città. Quel giorno così
senza preavviso la CTM (Confederación de trabajadores de México) ha
chiuso l'autostrada dove per forza noi dovevamo passare per entrare
in città. Non potete immaginare la quantità di camion, macchine,
tir in mezzo alla strada. Abbiamo dovuto girare per strade limitrofe
e sentieri impervi per trovare un'ipotetica
uscita. Io come al solito ero in preda al panico, credevo di rimanere
fuori tutta la notte. Quando succedono cose del genere riconosco
d'essere ormai sono una donna imborghesita non più adatta a queste
avventure. Meno male Laura e Juan non mi hanno mandato a quel paese
dato il mio isterismo. Peccato comunque succedano queste cose, ho
visto interi pullman con turisti fermi e indecisi sul da farsi, molti
scendevano e trascinandosi le valigie per chilometri per superare i
blocchi dove i tassisti aspettavano con giubilo i previsti clienti.
Ugualmente
il "zócalo" (piazza) in città è occupato da anni dai
maestri, vivono lì in tende di campagna da almeno dieci anni.
Il
zócalo è una piazza dove, a parte l'occupazione dei maestri, ci
sono molte manifestazioni di festa con balli e musica. Intorno ci
sono tanti restaurant con dell'ottima cucina. Un po' fastidioso
mangiare all'aperto dal momento che ci sono tanti venditori
d'artigianato molto insistenti. Ma la cosa più triste e imbarazzante
di magiare lì e che vieni circondata da bambini o povera gente che
ti chiede la limosina. Ci si sente di merda (veramente), forse per
quello la famosa Tlayuda (piatto tipico) mi è rimasta sullo stomaco.
I
giorni a Oaxaca sono stati pieni di colore, del calore delle persone
gentilissime che ho incontrato: ho visto una vegetazione mozzafiato,
ho cambiato sapori, ho riabbracciato mia figlia, l'ho coccolata e
amata. Poi inevitabilmente arriva sempre il momento di ripartire e il
cuore si riempe di tristezza, si ingoiano le lacrime e si prendono le
valigie in mano. Ci si volta un attimo per cogliere l'ultimo sguardo.
Non
si fa un viaggio, il viaggio ci fa e ci disfa: ci inventa.
Adriana
Altamirano