domenica 5 novembre 2017

Viaje fuera de temporada – Viaggio fuori stagione.


La Partida


De costumbre viajo a México en verano y resto un mes y medio. Este año fuí a fines de septiembre y me quedé solo un mes.
Partí temprano por la mañana del aeropuerto de Peretola de Florencia. La eficiencia de Air France se hace notar inmediatamente: nada de filas largas al check-in, empleados distantes pero precisos.
En la sala de espera se sienta a mi lado un señor de claros origenes peruanos. Un físico robusto con una buena panza. Apenas se sienta empieza a platicar conmigo. Me cuenta que regresa a Perú al funeral de una tía muy querida, y va a encontrar también a su padre que no ve desde hace varios años. El trabaja en Italia como cuidador de ancianos, le gusta estar aquí y está felíz que el Seguro Social italiano funcione. Su enfermedad: la diabete, es curada perfectamente y sobretodo sus medicinas son gratuitas. De ahí inicia un discurso sobre los gobiernos de los paises latinoamericanos. Me relata con lujo de detalles de todas las raterías de los políticos peruanos. "En Italia también roban", dice, "pero poquito", señala con los dedos como a indicar una porciòn pequeña. Lo miro divertida y él con tono de satisfaccion sigue "por lo menos dejan dejan dinero para el Seguro Social".
El vuelo de Florencia para París transcurre tranquilamente. Llegando al Charles De Gaulle, me dirijo a la terminal de donde partiré para México. 



En el camino para llegar (que es largo) un señor americano inicia a hablar conmigo. No sé que pasa que atraigo las personas a platicar. El hombre habla siete idiomas y nuestra conversación mezcla el español, el italiano y el inglés... es muy divertido, pero la cosa más increíble es que su esposa es de San Fernando, Tamaulipas, no puedo creerlo (ciudad cercana a la mía y conocida sobretodo en los últimos años por la matanza de los migrantes centroamericanos por los narcos). ¡Cáspita cuánto es pequeño el mundo! Después un hasta luego y cada quien se dirije al proprio gate. Quién sabe porqué en estos lugares se siente la necesidad de narrarse a los extraños.

El aeropuerto es como una grande bombonera: perfumada, ordenada, los macarons en las vitrinas lucen sus bellos colores pastel y los chocolates atraen hasta a los menos golosos.





Estoy contenta y tranquila porque todo procede de maravilla. Pero esta tranquilidad se rompe al momento que anuncian un retraso de dos horas a la partida!
Después de un momento de alboroto nos ofrecen un snack para aliviar la espera. Somos tantísimas personas y yo que creía que habría poca gente porque era un viaje fuera de temporada.
Finalmente partimos y el vuelo pasa tranquilamente. La única turbolencia la provocan los chicos serbios de un equipo de baloncesto: son unos gigantes y hablan con voz muy alta. Caminan por los pasillos del avión comiendo snacks en continuación.
En la comida no resisto a un buen Cabernet: Comté-Tolosan y a una deliciosa tartaleta de chocolate que se desbarata en la boca. Veo la pelícila La la land y, aunque si no amo el genere musical, me involucra y pienso que la historia es muy actual y parecida a como se encuentran mis hijos y amigos el día de hoy: en un mundo precario. Después no logrando dormir veo con curiosidad otra película, una comedia mexicana que, ha tenido un grande éxito: “Cómo ser un latin lover”, con Salma Hayek y Eugenio Derbez...prefiero no hacer comentarios.


Después de doce horas de vuelo, llego a CDMX. Somos una multitud de personas que tenemos que pasar por migración. Hace mucho calor y no hay ventilación, en el aire flota solo un fuerte olor de comida, de alimentos globalizados (papas fritas, hamburguesas y tacos).
Nunca como esta vez he esperado tanto para recoger mis maletas. ¡dos horas!
Salgo de ahí con mi cargo cansada y enojada. Veo Laura sonrriente, no obstante también ella haya hecho un viaje largo en autobus de Oaxaca a CDMX, y haya esperado mi llegada tanto tiempo ahí afuera. Me da una rosa y me abraza, en ese momento todo el cansancio y la rabia desaparecen.
El hotel donde vamos es austero, cómodo para pasar una noche cerca del aeropuerto. Rumor incesante de tráfico nocturno en la avenida. La llovizna es un rítmico tictac sobre el asfalto. Buenas noches, Laura está a mi lado, dormimos juntas. Mi niña, una mujer fuerte.
El despertar es desnudarse, una ducha caliente y se vuelve a la vida.

Tampico, se parte.

Aeropuerto de la Ciudad de México, estoy en la sala de espera. Observo las personas a mi alrededor, es curioso, un tiempo cuando vivía en México encontraba siempre algún conocido en este vuelo para Tampico. Ahora para mí son todos desconocidos, han pasado trenta y cinco años que dejé México. A mi lado está sentada una mujer de cuarenta años linda y bien peinada, lleva tacones muy altos. De un bolsón saca un recipiente de plástico transparente con abundante crudité de verduras. Abre el recipiente y el fuerte olor del pepino invade el ambiente. Todo parece muy saludable hasta que, después, sumerge todas la verduras en una salsa cocktail para comer con gusto. Despreocupada de las personas que la rodean, mordisquea ruidosamente como una ardilla la entera ensalada.
Subimos al avión, a mi lado en el otro pasillo se sienta una familia de gordos: padre, madre y niño como de año y medio. El pequeño chilla como loquito. El papá no pierde tiempo, llena el biberón con Pepsi-Cola, el bebé se pega a la botella y como por encanto se calla entre los brazos suaves de la mamá. Su primera dosis de azúcar...pobre criatura. 
Llegar a Tampico es siempre un placer, el olor salobre del mar tiene un sabor de casa. La vegetación es espléndida, de un verde exuberante. El abrazo con Gerardo y Rossy, la primera cerveza fresca, la deliciosa carne a la Tampiqueña. Tertulia en casa del querido amigo Hiram. Su casa es un pequeño castillo de cuatro pisos lleno de cactus, enredaderas de buganvilia, objetos de arte y pinturas. El es un verdadero artista.
El mar espera, estos son días de lluvia.




Rumbo al Mante.

Años atrás este viaje lo hacía siempre con mi hermana Lauris. Las cosas han cambiado y desde el año pasado este trayecto lo hago sola, no les escondo que siempre con algo de miedo. Esta carretera puede ser muy peligrosa.
Salgo puntual con el autobus de Transpais, me dispongo come de costumbre a ver una película. Escojo una italiana: La Corrispondenza de G. Tornatore con Jeremy Irons. La carretera es sin curvas pero extrañamente el chofer va muy veloz e inicio a sentirme mal, tengo náusea y no logro terminar de ver la película.


Ya casi para llegar al Mante hay un retén de soldados: pueden imaginar lo espantada que estoy. Pienso que hizo falta el agua bendita de mi hermana Lauris: ella, siempre, cuando viajabamos juntas, sacaba una botellita con agua bendita, esparcía alrededor de nosotras el contenido y nos íba siempre bien. ¡Cáspita no traigo ni siquiera el rosario en la mano, lo dejé en la maleta!
Bajamos todos en silencio. El aire y el susto me hacen bien, se me quitó la náusea. Los soldados ponen los perros a olfatear todas las maletas, después rondan entre nosotros, yo estoy petrificada. Luego nos dejan subir al autobus saludando militarescamente. De ahí a poco llegamos al Mante con un sol abrasador pero es también mi casa.
Después de muchos años las cinco hermanas nos hemos encontrado juntas en casa de mamá. Hemos festejado los cumpleaños mio y de mi hermana Marcela como cuando eramos niñas, ella el dos de octubre y yo el cinco. Charo preparó una rica comida y noté a mamá muy contenta de estar rodeada de sus cinco “¡dolores de cabeza!”.



 

En Mante mis amigos poetas y escritores Carlos Acosta y Miguel Ángel Villalobos me organizaron la presentación y lectura de mi último libro de poemas. ¡Un grande gracias a ellos! Todo estuvo muy lindo y emocionante. Incluso me hicieron una entrevista en directa en la televisión local. Nos dieron un espacio en un programa de deportes, y el presentador hablaba eufórico de Italia.
La presentación y la lectura se llevaron a cabo en la Galería de arte Ramón Cano Manilla, a un lado del palacio municipal. Participaron amigos, parientes y algunas personas representantes del gobierno, incluso el presidente y su esposa.




Los días en Mante los pasé en familia. Transcurrí mucho tiempo junto a mamá. Estoy contenta que ella esté bien de salud. Lleva con porte elegante sus casi ochenta y nueve años de edad. Está perfectamente lúcida de su mente, con ella puedes conversar de todo y no se le escapa nada. Todavía no necesita anteojos para leer, al dentista va solo para la higiene bucal, tiene todos sus dientes, es autónoma. Lee sus libros en la tarde entre una telenovela o película. Organiza la comida cotidiana para seis personas, y aunque si ya casi no cocina enseña y dirige a una joven muchacha.
Es realmente un placer estarle cerca y una grande tristeza despedirme de ella cada año. El día de la partida llega siempre pronto y no me queda que abrazarla fuerte y llevarme en mi corazón su calor. ¡Te quiero mucho mamá!



De paso enTampico.

Esta vez el viaje a Tampico lo hice en coche junto a Lauris y un amigo. Un viaje veloz y cómodo, ningún retén de soldados...¡El agua bendita de Lauris funciona!
Pero este año para mí el mar se hace invisible.



En forma más prosaica necesito arreglarme las manos y los pies y hacerme depilaciones de cejas y bigote. Voy a un centro comercial y me dirijo a un negocio especializado para depilaciones. Todo muy profesional, pequeños cubícolos para trabajar y tantas señoritas listas para hacerte desaparecer esos horribles “pelitos”del rostro.
Está lejos el tiempo en que Tiziano Ferro dijó en un talk show italiano que las mujeres mexicanas estaban bigotudas ocasionando incluso un incidente diplomático. Desde entonces el ingenuo Tiziano no fué más querido en México, lástima, es tan buen cantante, y ora seamos sinceras: ¡Todas estamos un poquito bigotonas!
En cambio para hacerme el manicure y pedicure fuí a un Beauty Center unisex. Las mujeres y hombres que trabajan ahí visten con uniformes llevando una casaca negra estile cazador, con dobladillos fuxia. El jefe de los peluqueros decisamente gay, un cincuentón entrecano, anda en chanclas y calcetines y vuela como una abeja de una cabeza con tubos a una cabeza con cabellos teñidos dando òrdenes. Las capas de las clientes son todas leopardadas, zebradas, negras, doradas y fuxia. Ah, olvidaba: no faltan por todos lados las pantallas de tv con los videos de música black donde grandes nalgas de mujeres voluptosas se retuercen junto a hombres que llevan gruesas cadenas de oro en el cuello e inevitables camisetas sin mangas. El Beauty Center muy divertido. ¡Un verdadero monumento al kitch!


Camino a Oaxaca.

Antes que nada tengo que hacer una premisa: mi hija en junio pasado se casó con un chico mexicano de origen oaxaqueño. El matrimonio civil y religioso fué aquí en Florencia, fué una ceremonia muy íntima, pocas personas pero todo muy bello y especial.

Florencia,Italia (22 de junio 2017)

Ellos decidieron hacer otra celebración en Oaxaca, haciéndo una misa de gracias donde el sacerdote bendijo los anillos. Después organizaron una grande fiesta con tantos amigos y familiares. Una fiesta estile oaxaqueño, folklòrica. Este fué el motivo de mi viaje en esta ciudad.
El estado de Oaxaca se encuentra al sureste del territorio mexicano, es uno de los estados más montañosos del país y con mayor diversidad linguisticas.
La ciudad de Oaxaca de Juárez (nombre completo) tiene un clima templado gracias a su posición a una altitud de 1500 metros sobre el nivel del mar. Oaxaca es rica de historia, de tradiciones culturales y gastronómicas.
La primera agradable sorpresa es el aeropuerto, es pequeño y muy bien arreglado, casi minimalista. Inmediatamente se respira el arte. Pero basta salir de ahí que uno se encuentra en el caos del tráfico y de la manera más loca en que todos manejan. La ciudad no es muy limpia, porque no cuentan con un servicio bueno de recolección de la basura. De vez en cuando algunos hombres pasan arrastrando unos botes de metal oxidados y tocando una campana para avisar la gente de su llegada. Uno de los motivos por lo cual la gente a veces está obligada a dejar la basura afuera en las banquetas es el no escuchar el tintineo, de consecuencia lo sucio se queda en las calles. Las aceras están destruídas, un poco por el crecimiento anómalo de bellos árboles gigantescos y un poco por el desinterés de las autoridades locales. No obstante todo esto, la ciudad es muy bella e interesante. Por todos lados crecen árboles, plantas con bellísimas flores de colores encendidos. Viendo toda esta naturaleza crecer exuberante se comprende el origen de los bordados en los vestidos, en los maravillosos tapetes y en todo tipo de tejidos.




Para conocer bien la ciudad, hay que caminar y en el andar descubrir esquinas y callecitas particulares, donde nos sorprenderá siempre algo de artístico y de poético. Y si son afortunados como yo, ver unos jovenes realizar increíbles murales ¡Son artistas únicos! En este período de días de muertos es un revuelo de esqueletos, cráneos, colores, leyendas y cada barrio vive y organiza manifestaciones llenas de significados.
La celebración de la vida y la muerte que van juntas abrazadas.





Visité muchos lugares que me han dejado impresionada, sobretodo la vegetación. La visita al Museo Botánico no se la deben perder. Estas están organizadas con guía y solo a ciertos horarios. Vale la pena. El lugar es único y se quedarán a boca abierta al ver la cantidad de árboles y cactus. Curioso el árbol del matrimonio con insidiosas espinas, delicioso el amate amarillo, y qué decir de todos los cactus...no hay adjetivos para describirlos.




Les cuento dos aspectos que se me hicieron curiosos: en la sala donde se compran los boletos para visitar el museo hay muchos sombreros de paja en préstamo para protejerse del sol (la visita dura poco más de una hora a cielo abierto). Y la otra cosa es que, sobre el escritorio de la persona que vende los boletos, hay también unos rollos de papel de baño con algunos montoncitos ya listos para distribuirlos. El empleado con aire muy formal te informa que si quieres ir al baño se encuentra en el fondo del claustro y te da un montoncito de papel, pues en el baño no hay. Yo hago uso de uno y les puedo asegurar que estaban impecables de limpios. Lo que me vino en mente es ver la desenvoltura de los mexicanos con el uso del papel de baño. Puedo imaginar un empleado en los museos en Italia distribuyendo papel higiénico... estarían en pie de guerra todos los sindicatos ¡jaja!



El motivo principal de mi visita a esta ciudad, como he dicho antes, es la fiesta mexicana del matrimonio de mi hija. No estoy aquí a platicarles los pormenores porque se necesitaría un capítulo aparte. Puedo solo decirles que fuè muy divertida y bella. Yo la viví en manera más discreta, no por falta de interés. Pero habiéndo yo organizado el verdadero matrimonio en Italia, para mí esta era la fiesta de ellos y yo solo una figura secundaria. Hicieron todo perfectamente, bella la misa pero para mí con menos significado. Al salir de la iglesia hubo una maravillosa sorpresa: La Calenda, que es un desfile donde dos monos gigantes (en este caso representaban los novios) abren la fiesta junto a unas mujeres vestidas con trajes folkloricos y canastas de flores en la cabeza, la banda que toca alegres canciones y un chico que distribuye vasitos con mezcal. Al llegar a la plaza inician los bailes entre la gente del pueblo e invitados y novios. Todo muy alegre y colorido.



A continuación fuímos al salón donde se llevo a cabo el evento, una ex-fábrica de cal: La Calera. Donde el antiguo espacio industrial se funde perfectamente con la modernidad y la naturaleza.






La fiesta prosiguió con la música de salsa y cumbias de una grande orquesta de quince elementos. Sirvieron una deliciosa comida tradicional oaxqueña donde el menú satisfizo todos los paladares nacionales e internacionales. Todo esto acompañado con diferentes mezcales artesanales de la zona. Hasta yo que nunca bailo me dejé llevar por los ritmos salseros y me dí a las danzas como cuando jovencita.






 ¡Bellisima fiesta, bravos Laura y Juan!



Los días pasaron haciéndo paseos y visitando mercados que son una maravilla de colores y sabores.





No acostumbrada a comer mucho (¡demonios!) tengo que admitir que no pude comer todo lo que ofrece la abundante cocina oaxaqueña, pero lo comí con mis ojos. El sabor que me dejaron las famosas “memelas”, me lo llevaré en la habitación de mi memoria gustativa para siempre. 

 


Una día fuímos fuera de la ciudad a visitar el Centro de Arte de San Agustín de Etla, fundado por el famoso y grande artista Francisco Toledo (que nos cruzamos con él en el barrio de Xochimilco). El lugar es una ex-fábrica de hilados y tejidos, y ahora a punto centro de arte. Todo maravilloso, la vista de las montañas espléndida.



A nuestro regreso nunca hubiera imaginado de encontrarme en un infierno. En Oaxaca se usa y abusa en ocupar las calles y hacer bloqueos en las carreteras, sobretodo en las entradas principales a la ciudad. Así ese día al nuestro regreso nos encontramos con un inmenso bloqueo que sin previo aviso organizó la CTM, cerrando la autopista que viene de México. No pueden imaginar la cantidad de camiones, coches, trailers atravesados en la carretera. Tuvimos que movernos por brechas limítrofes, inaccesibles para encontrar una hipotética salida, saltamos un camellón como si anduvieramos en un jeep y no en un sencillo vehículo utilitario. Yo como siempre en un ataque de pánico, pensé que pasaríamos toda la noche fuera. Cuando me pasan estas cosas reconozco que a estas alturas soy solo una mujer aburguesada no más adapta a este tipo de aventuras. Menos mal que Laura y Juan no me mandaron a la ching...por mi histeria.
Lástima que sucedan estas cosas, ví autobuses llenos de turistas parados e indecisos en qué hacer, muchos bajaban y arrastraban sus maletas por algún kilómetro para superar el bloqueo y poder tomar un taxi donde los taxistas esperaban con alegría sus clientes. Igualmente el zócalo de la ciudad desde hace varios años está ocupado por los maestros, viven en tiendas de campaña como si fueran terremotados.
El zócalo es la plaza donde aparte la ocupación de los maestros, hay muchas manifestaciones de fiesta con bailes y música o desfiles de protesta. A su alrededor hay restaurantes con muy buenas cocinas. Comer al abierto es un reto ya que los vendedores ambulantes rodean las mesas con mucha insistencia. Tal vez por eso la famosa y sabrosa tlayuda me cayó indigesta.


Manifestaciòn de la pobalciòn indìgena Triquis


Los días en Oaxaca fueron llenos de color, de calor de las personas tan gentiles que encontré: ví una vegetación asombrosa, cambié sabores, cambié clima, abrazé mi hija, la consentí y la amé. Después forzosamente llega siempre puntual el momento de partir y el corazón se llena de tristeza, se engullen las lágrimas y se toman las maletas.
Me vuelvo un segundo para recoger la última mirada.


No se hace un viaje, el viaje se hace y se deshace: nos inventa.

Versione in italiano




La Partenza

Di solito viaggio in Messico d'estate e rimango un mese e mezzo. Quest'anno invece sono andata via a fine settembre e sono rimasta solo un mese.
Sono partita la mattina presto dall'aeroporto di Peretola a Firenze. L'efficienza di Air France si fa notare subito: niente code lunghe al check- in, impiegati freddini ma precisi.
Nella sala d'attesa si siede accanto a me un signore di chiare origine peruviane. Un fisico tracagnotto con una bella pancia. Non fa in tempo a sedersi che attacca bottone con me. Mi racconta che torna in Perù al funerale di una zia molto amata, e va a trovare anche il padre che non vede da diversi anni. Lui lavora in Italia come badante, si trova molto bene ed è molto felice che il sistema sanitario italiano “funzioni”. La sua malattia: il diabete, viene curata perfettamente ma sopratutto le sue medicine sono gratuite. Da lì parte un discorso sui governi dei paesi latinoamericani. Mi racconta per filo e per segno delle ruberie dei politici peruviani. Poi conclude soddisfatto che anche in Italia rubano però molto meno, dice “sono moderati per rubare, e al meno rimangono soldi per la sanità”!

Il volo da Firenze a Parigi trascorre tranquillo. Arrivando al Charles De Gaulle, mi dirigo al terminal da dove dovrei ripartire per il Messico.


Nel tragitto per arrivare lì (che è lungo) un signore americano inizia a parlare con me. Non so che succede ma attiro le persone a chiacchierare. L'uomo parla sette lingue e la nostra conversazione mescola lo spagnolo, l'italiano e l'inglese...è molto divertente, ma la cosa più buffa è che la moglie è di San Fernando, Tamaulipas, non ci posso credere (paese abbastanza vicino alla mia città e venuto alla cronaca per fatti di tanti sequestri di migranti centroamericani per mano dei narcos). Cavolo il mondo è piccolo! Poi un arrivederci e ogniuno prende strada verso il proprio gate. Chissà perché in questi posti c'è il bisogno di raccontarsi a estranei.
L'aeroporto è come una grande bomboniera: profumata, ordinata, i macarons in vetrina sfoggiano i bei colori pastello e la cioccolata attira anche i meno golosi.



Sono contenta e tranquilla perché tutto procede a meraviglia. Poi questa tranquillità si spezza perché annunciano il ritardo di due ore sulla partenza!
Dopo un po' di trambusto, ci offrono uno snack per alleviare l'attesa. Siamo tantissime persone e io che credevo che ci sarebbe stata poca gente perché era un viaggio fuori stagione.
Finalmente partiamo e il volo trascorre tranquillamente. L'unica turbolenza la provocano i ragazzi serbi di una squadra di pallacanestro: sono dei giganti e parlano con voce molto alta. Gironzolano per i corridoi dell'aereo mangiando snacks in continuazione.
Per pranzo non resisto a bere un Cabernet: Comté-Tolosan con una deliziosa crostatina al cioccolato che si scioglie in bocca.  Mi guardo il film La la land e, anche se non amo i musical, mi coinvolge e penso che la storia è molto simile a quella in cui si trovano al giorno d'oggi i miei figli e amici: un mondo precario. Poi non riuscendo a dormire guardo incuriosita una commedia messicana che, ho sentito, ha avuto un grande successo: “Cómo ser un latin lover”, con Salma Hayek e Eugenio Derbez... preferisco non far commenti.



Dopo dodici ore di volo, sono arrivata a CDMX. Siamo una moltitudine di persone che devono passare la migrazione. Fa molto caldo e non c'è ventilazione, nell'aria galleggia solo un acuto odore di mangiare, di cibo globalizzato (patatine fritte, hamburger e tacos).
Mai come questa volta ho dovuto aspettare tanto per riprendere il bagaglio, due ore!
Esco dall'uscita con il mio carico stanca e arrabbiata. Vedo Laura sorridente, nonostante anche lei abbia fatto un viaggio lungo quanto il mio in bus da Oaxaca a CDMX, ed è lì fuori ad aspettarmi da un bel po' di tempo. Mi porge una rosa e mi abbraccia, in quel momento tutta la stanchezza e rabbia spariscono.
L'albergo dove andiamo è austero, comodo per passare una notte vicino all'aeroporto. Rumore incessante del traffico notturno sui viali. La pioggerella è un ritmico ticchettio sull'asfalto. Buona notte, Laura è al mio fianco, dormiamo insieme. La mia bambina, una donna forte.
Il risveglio è denudarsi, una doccia calda e si torna alla vita.

Tampico, si riparte.

Aeroporto di Città del Messico, sono in sala d'attesa. Osservo le persone intorno, è curioso, un tempo quando vivevo in Messico incontravo sempre qualche conoscente in questo volo per Tampico. Ora sono tutti degli sconosciuti per me, sono passati trentacinque anni da quando ho lasciato il Messico. Accanto a me si siede una donna quarantenne carina e ben pettinata, tacchi altissimi. Da un borsone tira fuori un contenitore di plastico trasparente con un'abbondante cruditè di verdure. Apre il contenitore e il forte odore del cetriolo invade l'ambiente. Tutto sembra molto salutare tranne il fatto che, dopo, intinge tutte le verdure in una salsa cocktail per mangiare con gusto. Noncurante delle persone accanto, sgranocchia rumorosamente come uno scoiatolo l'intera insalata.
Abbordiamo l'aereo, accanto a me dall'altra parte del corridoio siede una giovane famiglia di “gordos” : padre, madre e bambino di un anno o poco più. Il piccolo strida come un matto. Il padre non perde tempo, riempe il biberon con Pepsi-Cola, il bebè si attacca alla bottiglia e come per incanto se zittisce fra le morbide e grasse braccia della mamma. La sua prima dose di zucchero... povera creatura, candidato al diabete!
Arrivare a Tampico è sempre un piacere, l'odore salmastro del mare sa di casa. La vegetazione splendida, di un verde rigoglioso. L'abbraccio con Gerardo e Rossy, la prima birra fresca, la deliziosa carne alla Tampiqueña. Serata a casa del caro amico Hiram. La sua casa è un piccolo castello di quattro piani pieno di piante grasse, buganvillea arrampicanti e oggetti vari e pitture. Lui è un vero artista.
Il mare attende, questi giorni sono di pioggia.

  

Verso il Mante.

Un tempo questo viaggio lo facevo insieme a mia sorella Lauris. Le cose cambiano e dall'anno scorso questo percorso lo faccio da sola, non nascondo che ho sempre un po' di paura. Questa può essere una strada pericolosa.


Parto puntuale sul bus di Transpais, mi dispongo a guardare un film come di consueto. Ne scelgo uno italiano: La Corrispondenza di G. Tornatore con Jeremy Irons. La strada è dritta ma stranamente l'autista va troppo veloce e io inizio a sentirmi un po' male, ho la nausea e non riesco a finire di vedere il film. A metà strada c'è un posto di blocco. I soldati ci fermano e ci fanno scendere: potete immaginare quanto sia spaventata. Penso sia venuta a mancare l'acqua benedetta di mia sorella Lauris: lei di solito, quando facevamo questi viaggi insieme, tirava fuori una bottiglietta, spargeva intorno l'acqua benedetta e andava sempre tutto bene. Accidenti non ho nemmeno il rosario in mano, è rimasto in valigia!
Scendiamo tutti in silenzio. L'aria e lo spavento mi fanno bene, la nausea è scomparsa. I soldati con i cani fanno annusare le valigie una ad una, poi gironzolano intorno a noi, io sono impietrita.
Dopo ci fanno salire sul bus e salutano militarescamente. Da lì a poco arrivo al Mante con un sole rovente ma è anche casa mia.
Dopo tanti anni ci siamo trovati tutte cinque le sorelle insieme a casa di mamma. Abbiamo festeggiato i compleanni mio e di mia sorella Marcela come quando eravamo bambine, lei del due di ottobre e io del cinque. Charo ha preparato un pranzo eccellente e ho visto la mamma veramente felice d'avere intorno a sé le sue cinque rompiscatole!





In Mante i miei amici scrittori e poeti Carlos Acosta e Miguel Ángel Villalobos hanno organizzato la presentazione e lettura del mio ultimo libro di poesie. Un grazie enorme a loro! Tutto è stato molto carino ed emozionante. Mi hanno persino intervistato in diretta nella televisione locale. Ci hanno dato spazio in un programma di calcio e il presentatore parlava euforico dell'Italia.
La presentazione e lettura si sono svolta nella galleria d'arte Ramón Cano Manilla, accanto al palazzo municipale. Hanno partecipato amici, parenti e alcune persone rappresentative del governo, persino il sindaco e la moglie!





I giorni al Mante li ho trascorsi in famiglia. Ho passato molto tempo insieme alla mamma. Sono contenta che lei stia bene. Porta sempre con eleganza i suoi quasi ottantanove anni. É perfettamente lucida, con lei si può conversare di tutto e non le scappa nulla. Non ha ancora bisogno degli occhiali, dal dentista ci va solo per la pulizia, ha tutti i suoi denti, è autonoma. Legge i suoi libri nel pomeriggio fra un film e la telenovella. Organizza i pranzi quotidiani, anche se lei già quasi non cucina più, ma insegna a farlo a una ragazza. È veramente un piacere starle vicino e un grande dispiacere ogni volta salutarla. Il giorno della partenza arriva sempre presto e non mi resta che abbracciarla forte e portare nel cuore il suo calore. Ti voglio bene mamma!



Di passaggio a Tampico.

Questa volta il viaggio a Tampico l'ho fatto in macchina insieme a Lauris e un amico. Viaggio veloce e comodo, nessun posto di blocco... l'acqua benedetta di Lauris funziona! 



Ma il mare quest'anno è invisibile per me.



Più prosaicamente ho bisogno di sistemarmi mani e piedi e far cerette per ciglia e baffetti. Vado a un centro commerciale e mi rivolgo ad un negozio specializzato solo per le cerette. Tutto molto professionale, piccoli cubicoli per lavorare e tante signorine pronte a farti sparire quegli odiosi peletti dal viso.
È lontano il tempo in cui Tiziano Ferro disse in un talk show italiano che le donne messicane erano baffute generando addirittura un incidente diplomatico. Da allora l'ingenuo Tiziano non è più stato amato in Messico, peccato, e così bravo, e poi diciamola tutta: tutte siamo un po' donne baffute!
Per farmi la manicure e pedicure vado a un Beauty Center per uomini e donne. Le donne e uomini che lavorano lì portano degli uniformi con delle casacche nere stile cacciatori con dei risvolti fucsia. Il capo parrucchiere decisamente gay, un cinquantenne brizzolato, gira in sciavate di plastica con calzini e salta come un'ape da una testa con bigodini ad una testa con capelli mechati. Le mantelline delle cliente sono tutte leopardate, zebrate , nere, dorate e fucsia. Ah, dimenticavo: non mancano gli schermi tv disseminati dappertutto con i soliti video di musica black dove grossi sederi di donne voluttuose si divincolano insieme a uomini che portano massicce catene d'oro al collo e immancabili canottiere. Il Beauty Center molto divertente, un vero monumento al kitch!



Verso Oaxaca.

Prima di raccontare questa parte devo fare una premessa: mia figlia lo scorso giugno si è sposata con un ragazzo messicano d'origine oaxaqueño. Il matrimonio religioso e civile fu qui a Firenze, molto intimo, poche persone ma molto bello e speciale.

Firenze,Italia (22 giugno 2017)
 
Hanno voluto rifare questo evento a Oaxaca, facendo una messa di ringraziamento dove il prete ha benedetto solo gli anelli. Poi hanno organizzato una grande festa con tanti amici e parenti. Una festa proprio stile oaxaqueño folcloristica. Questo è stato il motivo per cui sono andata là.
Lo stato di Oaxaca si trova a sud-est del territorio messicano, è uno degli stati più montuosi del paese e con maggior diversità linguistiche.
La città di Oaxaca de Juárez (nome completo) ha un clima temperato grazie alla sua posizione a un'altitudine di 1500 metri sul livello del mare. Oaxaca è ricca di storia, di tradizioni culturali e gastronomiche.
La prima gradevole sorpresa è l'arrivo all'aeroporto, che è piccolo e ben curato, quasi minimalista. Subito si respira arte. Ma basta uscire da lì che si ritrova nel caos completo del traffico e della pazza maniera in cui tutti guidano. La città non è molto pulita, infatti non hanno un buon sistema di raccolta di rifiuti. Ogni tanto passano degli uomini trascinandosi serbatoi metallici piuttosto arrugginiti e suonando una campana per avvisare il loro arrivo. Uno dei motivi per cui la gente a volte è costretta a lasciare la spazzatura fuori sui marciapiedi è il non sentire lo scampanellio, di conseguenza la sporcizia sulle strade. I marciapiedi sono disastrati, un po' per la crescita quasi abnorme di bellissimi alberi giganteschi e un po' per il menefreghismo dell'autorità locale.
Dappertutto crescono alberi, piante con delle bellissime fiore dai colori accessi. Vedendo tutta questa natura crescere rigogliosa si capisce l'origine dei ricami nei vestiti, dei meravigliosi tappetti e tutti tipi di tessuti.





Per conoscerla bene, bisogna camminare sempre e scoprire, nell'andare, angoli e stradine particolari, dove si trova sempre qualcosa d'artistico, e se sei fortunata come è capitato a me, puoi vedere i ragazzi che realizzano dei incredibili murales. Sono degli artisti unici! In questo periodo poi dei giorni dei morti è un tripudio di scheletri, teschi, colori, leggende ed ogni quartiere vive e organizza eventi significativi.
La celebrazione della vita e della morte che vanno a braccetto.



Ho visitato tanti posti che mi hanno lasciato impressionata, sopratutto la loro flora. La visita al Museo Botanico è da non perdere. Le visite sono organizzate con guida, e solo a determinate ore. Ne vale la pena. Il posto è unico e rimarrete a bocca aperta nel vedere la quantità d'alberi e cactus. Curioso l'albero del matrimonio pieno di spine insidiose, delizioso l'albero “amate amarillo”, e ché dire di tutti cactus... non ci sono aggettivi per descriverli. 




Racconto due cose che mi sono sembrate molto buffe: nella stanza dove si comprano i biglietti per visitare il Museo ci sono tanti cappelli di paglia in prestito per chi ne ha bisogno (la visita è all'aperto è dura poco più di un'ora). L'altra cosa è che, sulla scrivania della persona che vende i biglietti, ci sono dei rotoli di carta igienica con alcuni mucchietti di carta già pronti. L'impiegato con aria formale ti dice che se hai bisogno d'andare in bagno si trova in fondo al chiostro e ti da un mucchietto di carta perché nel bagno non c'è. Io ne ho fatto uso e vi posso assicurare che i bagni erano impeccabili. Quel che mi ha dato da pensare è la disinvoltura dei messicani quando si tratta dell'uso della carta igienica. Posso immaginare un impiegato di musei in Italia distribuendo carta igienica... ci sarebbero tutti i sindacati in pie di guerra, ahah!

Il motivo principale della mia visita a questa città, come ho detto prima, è stata la festa messicana del matrimonio di mia figlia. Non sto qui a raccontare tutti i particolari perché ci vorrebbe un altro capitolo a parte. Posso solo dirvi che è stata molto bella e divertente. Io la ho vissuta in modo defilato, non per mancanza d'interesse. Ma avendo organizzato io il vero matrimonio in Italia, questa per me era la loro festa e io solo una comparsa. Hanno fatto tutto perfettamente, bella la messa, ma per me meno significativa. Usciti dalla chiesa c'è stata la sorpresa di ciò che loro chiamano “La Calenda”che altro non è che una sfilata dove aprono la strada due grandi e grossi pupazzi (in questo caso rappresentavo gli sposi), alcune donne vestite con i costumi folcloristici e canaste con fiori in testa, la banda che suonava allegramente e un ragazzo che distribuiva piccoli bicchierini di mezcal lungo la strada. Poi arrivando in piazza continua la festa e si aprono le danze di tutta la gente.





Da lì siamo andati al salone vero e proprio della festa in una ex-fabbrica di calce: La Calera. Dove lo spazio industriale di un tempo si fonde perfettamente alla modernità e la natura. La festa ha proseguito lì con la musica di un'orchestra di salsa e cumbie. Hanno servito unn pranzo delizioso dove la tradizione culinaria oaxaqueña ha soddisfatto tutti i palati nazionali e internazionali. Tutto questo annaffiato con dell'ottimo mezcal artigianale della zona. Bevanda alcolica molto di moda in questi ultimi anni. Persino io che non ballo mai, mi sono data alle danze come quando ero ragazza.






Bellissima festa, bravi Laura e Juan!




I giorni sono trascorsi facendo passeggiate e visitando il mercato che è una meraviglia di colori e sapori. Non essendo più abituata a mangiare molto devo ammettere che non sono riuscita a provare tanti piatti della cucina oaxaqueña, ma gli ho mangiato con gli occhi. Ma il gusto con cui ho mangiato le “memelas” ( specie di tortilla di mais ripiene di carne, fagioli, formaggi, etc) me lo porterò nella stanza della memoria gustativa.




Un giorno siamo andati fuori della città per conoscere il Centro de arte de San Agustín de Etla, fondato dal famoso e bravo artista Francisco Toledo. Il posto è una ex fabbrica di tessuti e filati, e ora a punto centro d'arte. Tutto meraviglioso, la vista delle montagne incredibile.





Al nostro ritorno non avrei mai immaginato di trovarmi in quell'inferno. In Oaxaca c'è la usanza di occupare e bloccare le strade che siano in città o sull' autostrade all'ingresso in città. Quel giorno così senza preavviso la CTM (Confederación de trabajadores de México) ha chiuso l'autostrada dove per forza noi dovevamo passare per entrare in città. Non potete immaginare la quantità di camion, macchine, tir in mezzo alla strada. Abbiamo dovuto girare per strade limitrofe e sentieri impervi per trovare un'ipotetica uscita. Io come al solito ero in preda al panico, credevo di rimanere fuori tutta la notte. Quando succedono cose del genere riconosco d'essere ormai sono una donna imborghesita non più adatta a queste avventure. Meno male Laura e Juan non mi hanno mandato a quel paese dato il mio isterismo. Peccato comunque succedano queste cose, ho visto interi pullman con turisti fermi e indecisi sul da farsi, molti scendevano e trascinandosi le valigie per chilometri per superare i blocchi dove i tassisti aspettavano con giubilo i previsti clienti.
Ugualmente il "zócalo" (piazza) in città è occupato da anni dai maestri, vivono lì in tende di campagna da almeno dieci anni.
Il zócalo è una piazza dove, a parte l'occupazione dei maestri, ci sono molte manifestazioni di festa con balli e musica. Intorno ci sono tanti restaurant con dell'ottima cucina. Un po' fastidioso mangiare all'aperto dal momento che ci sono tanti venditori d'artigianato molto insistenti. Ma la cosa più triste e imbarazzante di magiare lì e che vieni circondata da bambini o povera gente che ti chiede la limosina. Ci si sente di merda (veramente), forse per quello la famosa Tlayuda (piatto tipico) mi è rimasta sullo stomaco.
 








I giorni a Oaxaca sono stati pieni di colore, del calore delle persone gentilissime che ho incontrato: ho visto una vegetazione mozzafiato, ho cambiato sapori, ho riabbracciato mia figlia, l'ho coccolata e amata. Poi inevitabilmente arriva sempre il momento di ripartire e il cuore si riempe di tristezza, si ingoiano le lacrime e si prendono le valigie in mano. Ci si volta un attimo per cogliere l'ultimo sguardo.




Non si fa un viaggio, il viaggio ci fa e ci disfa: ci inventa.

Adriana Altamirano












 
















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