Como todos los años
con la llegada del verano preparo mi viaje a México para ir a
visitar a mi mamá
y resto de la familia. Salgo del aeropuerto de Florencia. En los
últimos
tiempos lo han agrandado y embellecido, en espera del suspirado
permiso para alargar las pistas de aterrizaje y despegue de los
aviones sin tener problemas por el viento fuerte o mal tiempo como
sucede ahora y por supuesto superar las guerras internas entre los
grupos políticos
“pro-aeropuerto” y “contra-aeropuerto”, un “must” del
bipolarismo existencial actual.
Es muy temprano en la
mañana
y ya con mucha gente. Todo procede regular, la mayoría
de las personas que encuentro son de origen asiatica o árabes,
se caracterizan por llevar muchas maletas y muy grandes. Familias con
niñas
vestidas todas con colores de rosa, con brillantitos, cargan trolleys
color fiuscia con personajes de princesas, sirenas de WaltDisney. No
cabe duda que las costumbres son difícil
de cambiar, (lo digo por eso de los esterotipos).
El viaje a Roma es muy
corto, el aeropuerto de Fiumicino es muy bello y limpio, con buenos
restaurantes y excelentes tiendas con marcas de lujo como Gucci,
Prada y Ferrari. Los negocios de alimentos estàn decorados en manera
cautivadora, se antoja comprar todo. Llegando a este limpio y
ordenado aeropuerto, un extranjero no puede imaginar el caos que
encontrará
fuera de ahí,
al momento de atravesar la salida, será toda una aventura.
Vuelo con Alitalia de Roma
a la Ciudad de México, compañía
de bandera italiana siempre al bordo de la bancarrota. Todos muy
amables y elegantes los integrantes de la tripulación,
pero la aeronave, la comida y los servicios “senza infamia e senza
lode”, o sea mediocre: un verdadero pecado para el made in Italy!
Llegar al aeropuerto de la
Ciudad de México es siempre de impacto, lo primero que te golpea es
el olor de comida de fast food junto a los aromas fuertes de los
perfumes del duty free, un mix mortal. Sin entrar en polémica creo
que es realmente necesario construir un nuevo aeropuerto, el actual
se quedó
chiquito para el volumen de usuarios y está
muy arruinado, ojalá
se logre hacer algo nuevo, sobretodo por cuestiones de seguridad. La
incomodidad del aeropuerto viene compensado por la gentilez de sus
empleados y del mexicano en general.
Los aeropuertos pueden
parecer todos más
o menos iguales, con sus cafeterías,
restaurantes, duty free shops con artículos
y especialidades de cada país,
según
yo son los lugares más
democráticos
antiracistas que todavía
existen pues ves gente procedentes de todo el mundo, de todos colores
y sabores en aparente armonìa. A mi me gusta observar a la gente y
siempre descubro algun personaje digno de caricatura, mientras
esperaba el vuelo a Tampico, noté a una joven mujer regordeta
sentada en el suelo, vestida en manera muy kitch en patas de gallo
(pienso a cuando esas chanclas se usaban solo en la playa o cuando
salíamos
a mojarnos en la lluvia de niños,
ora las usan hasta para ir a teatro!). Bueno pues esta simpática
mujer muy quitada de la pena se hacía
una limpieza muy precisa de sus gorditos pies, usaba unas toallitas
húmedas
y se restregaba cada dedo con una precisión
maniática
después de eso los secaba con kleenex y por último
los untaba de crema. Y yo pensé: le importa un pito las reglas de
etiqueta, ¡que
felicidad ser ordinaria!
Yo amo las tradiciones, y
en los últimos
años
me quedo en Tampico uno o dos días
con mi primo querido y su pareja. Ellos me consienten y me tratan
como reina, vamos siempre a la playa y yo gozo como una niña,
y cada vez que entro en su mar es como un bautizo, ¡Adoro!
Y llega el día
que parto para el Mante, tomo mi autobus de Transpais, óptimo
siempre su servicio. Por primera vez me piden un documento de
identificación,
esto debido a los problemas de fuerte migración
que están
viviendo y el gobierno requiere más
controles. Cierto que el problema de la migración
se ha vuelto una cuestión
muy complicada y difícil
de resolver en todo el mundo.
Una vez en Mante, fue muy
conmovente estar con mi mamá,
a sus noventa años
está
perfectamente cuerda. Pasamos días
y tardes conversando de mil temas, no solo recordando viejos tiempos
pues aunque si casi no sale de la casa está
muy bien informada de la situación
mundial y sus problemas. Juntas hicimos menús
para cocinar y curiosa me hacía
compañía
mientras yo preparaba nuestras comidas, a veces ella se tomaba un
tequilito y yo vino tinto. Momentos inolvidables.
Estar con todas mis
hermanas y sobrinos es siempre una fiesta, no falta como sea alguna
escaramuza, es inevitable, cada cabeza es un mundo. Lo importante es
que todos los conflictos se desbarataban como la espuma del mar.Y al
final vengo homenajeada generosamente por todos ellos.
El adiós,
siempre se tiñe
de gris y aunque si es un rito que se repite desde hace más
de treinta años,
es algo que inevitablemente trae consigo dolor y no se logra
acostumbrar. Sabes que extrañarás
a tus seres queridos, sinembargo estás
conciente que ya ese mundo no te pertenece, tu casa es aquella donde
has hecho raíces,
en mi caso son treinta y siete años
en Italia y entonces el alejarse se vuelve más
sufrido pues en fondo al corazón
se vive como una pequeña
traición
con respecto a tu país
natal. Al menos yo así
lo siento. Ahora más
visto que mi hija está
viviéndo en Oaxaca, mis dos más
grandes amores: madre e hija lejos de mí.
No ha sido fácil, no será fácil vivir siempre con un pie en dos
estribos. ¡Diablos
a la lejanía!
Versione in italiano
Come tutti gli anni con
l'arrivo dell'estate preparo il mio viaggio in Messico per andare a
visitare la mia mamma e il resto della famiglia. Parto dall'aeroporto
di Firenze che negli ultimi anni hanno rimodellato e imbellito. In
attesa di riuscire ad avere i permessi per allungare la pista che
permetta l'atterraggio e il decollo degli aerei anche quando c'è
vento forte o mal tempo, e ovviamente se riescono a superare le
guerre interne fra i partiti del “pro-aeroporto” o i
“contro-aeroporto”. Un must del bipolarismo esistenziale di
questi tempi odierni.
È
mattina presto ed è pieno di gente. Tutto procede regolare, la
maggioranza delle persone che trovo sono d'origine asiatiche o arabe,
si caratterizzano perché hanno molte valigie e molto grandi.
Famiglie con bambine vestite tutte di rosa, con luccichii, portano
dietro trolleys di colore fucsia con personaggi di principesse,
sirenette di WaltDisney, certo che cambiare costumi è difficile, (lo
dico per quella cosa degli stereotipi)
Il viaggio a Roma è
breve, l'aeroporto di Fiumicino è molto bello e pulito, con buoni
ristoranti ed eccellenti boutique di lusso come Gucci, Prada e
Ferrari. I negozi di genere alimentari sono arredati in maniera
accattivante, ti vien voglia di comprare tutto. Quando arriva uno
straniero a questo ordinato e bell'aeroporto non può immaginare il
caos che troverà fuori una volta varcata la uscita, sarà tutta
un'avventura!
Volo con Alitalia da Roma
a Città del Messico, la nostra compagnia di bandiera sempre
sull'orlo del fallimento. Sono tutti molto gentili ed eleganti i
componenti della equipaggio, ma l'aeronave, il cibo e i servizi sono
proprio “senza infamia e senza lode”: un vero peccato per il made
in Italy.
Arrivare all'aeroporto
della Città del Messico è sempre d'impatto, la prima cosa che
colpisce è il odore di cibo di fast food e l'aroma dei profumi del
duty free, un mix micidiale. Senza voler polemizzare credo che sia
veramente urgente la costruzione di un nuovo aeroporto, l'attuale è
diventato piccolo per il volume di utenti ed è veramente rovinato
dagli anni, speriamo che risolvano il problema della costruzione di
uno nuovo, sopratutto per la questione di sicurezza. Il disagio che
si trova in questo vecchio aeroporto viene ricompensato della
gentilezza dei suoi impiegati o dei messicani in generale.
Gli aeroporti possono fra
di loro assomigliarsi molto, con i suoi caffè, ristoranti e duty
free più o meno uguali, secondo me sono posti molto democratici e
antirazzisti perché si vedono persone provenienti di tutto il mondo,
di tutti colori e sapori in apparente armonia. A me piace osservare
la gente nelle lunghe attese e ogni volta scopro qualche personaggio
particolare o buffo. Mentre aspettavo il volo a Tampico, ho visto una
donna giovane grassottella seduta in terra, vestita in maniera molto
kitch e con l'infradito (un tempo l'infradito si usavano solo per
andare al mare o quando da bambini ci si bagnava sotto la pioggia,
ora si usano anche per andare a teatro!). Bene questa simpatica donna
si faceva una pulizia accurata dei suoi piedini cicciotti, con delle
salviettine umide si strofinava ogni dito con precisione maniacale,
dopodiché li asciugava con un kleenex e per ultimo li ungeva di
crema. Io ho pensato che felicità l'essere ordinari!
Io amo le tradizioni,
negli ultimi anni rimango uno o due giorni a Tampico con mio amato
cugino e la sua compagna. Loro mi coccolano e mi trattano come una
regina, mi portano sempre in spiaggia e io me la godo come fosse una
bambina e ogni volta che entro nel mare è come fosse un battessimo.
Adoro!
Poi arriva il giorno che
parto per il Mante, prendo l'autobus Transpais, ottimo sempre il
servizio. Per la prima volta mi chiedono l'identificazione, questo
dovuto al problema della forte migrazione che stano anche loro
vivendo, il governo sta richiedendo più controlli per l'incremento
dei migranti e la politica di respingimento di Trump. Certo che la
migrazione è diventato un problema mondiale e sta diventando una
questione difficile da gestire e risolvere dappertutto.
Una volta al Mante, è
stato molto commovente passare del tempo con la mia mamma, ha
novanta anni e sta perfettamente di testa. Abbiamo trascorso giorni
interi a conversare di mille temi, non solo ricordando vecchi tempi
ma anche cose d'attualità, non ostante lei esca poco da casa è
molto ben informata di quello che succede fuori nel mondo. Insieme
abbiamo scritto menù per cucinare e lei curiosa mi guardava mentre
preparavo i nostri pranzi, a volte lei beveva qualche shottino di
tequila e io del vino rosso. Momenti indimenticabili.
Stare con le mie sorelle e
nipoti è sempre una festa, non sono mancate qualche scaramucce, cosa
inevitabile: ogni testa è un mondo. Lo importante è che tutti i
conflitti si scioglievano come la schiuma del mare. Alla fine sono
stata sempre generosamente omaggiata da tutti quanti.
L'addio si tinge sempre di
grigio e anche se è un rito che se ripete da più di trenta anni, è
qualcosa che inevitabilmente porta con se dolore e non ci si riesce
ad abituare. Sai che ti mancheranno le persone care, comunque sei
cosciente che quel mondo non ti appartiene più, tu casa è quella
dove hai fatto crescere radici, nel mio caso sono trentasette anni
qui in Italia e allora allontanarsi diventa ancora più sofferto
perché in fondo al cuore si vive questo come un piccolo tradimento
nei confronti del tuo paese natale. Al meno io lo vivo così. Oggi
ancora di più visto che mia figlia vive a Oaxaca, i miei due grandi
amori: madre e figlia lontane da me. Non è stato facile, non sarà
facile vivere sempre con il piede in due staffe. Accidenti alla
lontananza!
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