Ho l’abitudine d’osservare le
persone quando mi trovo nelle sale d’attesa degli aeroporti, degli autobus o
quando viaggio nei mezzi pubblici, è un modo di passare il tempo e fantasticare
sulla vita del mio prossimo. Alcune volte prendo appunti nella mia testa altre
volte sulla carta a seconda di dove sono.
Spesso quando faccio questo
esercizio ricordo sempre una bellissima canzone scritta da Joan Manuel Serrat;
La bella y el metro. E’ una canzone che amo particolarmente perché m’identifico
con essa; quello che scrive Serrat è precisamente quello che penso ed osservo
quando sono in quella situazione nel Metro: lascio volare la mia fantasia e
provo a immaginare la vita delle persone che sono dentro a quei vagoni; a volte penso che a sua volta ci sarà
qualcuno che fa la stessa cosa nei miei riguardi o semplicemente non gliene
frega niente a nessuno ed ognuno è preso dai propri pensieri, dalle proprie
inquietudini.
Alcuni anni fa durante un mio
viaggio a Città del Messico, prendendo “el metro” rimassi impressionata al
vedere una realtà urbana sotterranea, che camminando sopra per le strade ed i
grandi viali della città passa inosservata, un altro mondo. Allora rimassi
stupefatta dalla quantità di bambini e adulti (vagoneros) che percorrevano i
vagoni del metro vendendo ogni tipo di merce.
Ebbene sì, quest’anno al mio
ritorno a Città del Messico riprendendo “el metro” oltre all’affollamento
abituale che m’impediva riflessioni e osservazioni più acute ho notato con
grande meraviglia l’eccellente equilibrio e destrezza delle donne messicane per
truccarsi con gran maestria malgrado “el traqueteo” (tramestio) … cavolo! A me
non bastavano due braccia e due gambe ben piantate a terra per riuscire a stare
dritta mentre loro con “nonchalance” si truccavano magnificamente.
Seconda cosa che ho scoperto
sono stati “los bocineros”: è gente che
vende c.d. illegali, salgono sui vagoni portando con se un vecchio c.d player
(come il mio vecchio apparecchio)
facendo sentire qualche cantante di moda o vecchie canzoni messicane a tutto volume,
stridenti… in un primo momento rimango sorpresa dal suono così forte di questi
vecchi c.d. player, finchè mia figlia mi
fa notare che nelle loro spalle dentro agli zaini hanno una grossa cassa
musicale che diffonde i suoni; la bocina, da lì l’epiteto di “bocineros”.Ti
fanno diventare matto con il volume così alto, tant’è che in questi giorni
stavo leggendo nel giornale che è nata la raccolta di firme in internet contro
questi “bocineros”.
La gente che nel metro
apparentemente sembra indifferente a tutto in realtà subisce di tutto, in
questo caso un inquinamento acustico non meno grave di quello atmosferico. Mi
terrò informata su come va a finire quest’azione contro “los bocineros”.
Per ultimo una cosa che trova
sempre conferma nei miei ritorni in Messico è l’amoreggiare delle coppiette
messicane, non solo nel metro, non importa il posto, la età, , l’orario,
dovunque siano, loro si baciano (e non solo!) con una passione che ha dell’
incredibile, waw! a volte anche in modo molto imbarazzanti per me, ma… beati
loro!
E come dice Serrat: “entre el inferno y el cielo,
galopando entre tinieblas
de la
periferia al centro
del centro a
la periferia,
el metro.
Con
ojos de sueño viene
cruzando la madrugada
regresará a media noche
con el alma fatigada,
el metro.........................
yo sólo la veo a ella
la bella
la bella
la bella que no me ve
Versiòn en castellano
Tengo la costumbre de observar las personas cuando me encuentro en las
salas de espera de los aeropuertos, de los autobuses, o cuando viajo en los
medios públicos; es una manera de pasar el tiempo y fantasear sobre la vida del
prójimo. Algunas veces tomo apuntes en mi mente otras veces en el papel según
donde esté.
Seguido cuando hago este ejercicio recuerdo siempre una bellisima
canción escrita y cantada por Joan Manuel Serrat; La bella y el metro. Es una
canción que amo particularmente porque me identifico con ella, lo que escribe
Serrat es precisamente lo que pienso y observo cuando estoy en esa situación en
el Metro, dejo volar mi fantasía y pruebo a imaginar la vida de las personas que están adentro a
esos vagones, a veces pienso que a su vez hay alguien que está haciéndo lo
mismo sobre lo que me concierne o simplemente no les importa nada y cada quien
esta aturdido de sus propios pensamientos, de sus propias inquietudes.
Hace algunos años durante un viaje a la Ciudad de México, tomando
el metro quedé impresionada al ver una realidad urbana subterránea que
caminando arriba sobre las grandes avenidas y grandes calles de la ciudad pasa
inobservada, todo un otro mundo. Entonces me quedé estupefacta de la cantidad
de niños y adultos (vagoneros) que recorrían los vagones del metro vendiéndo
todo tipo de mercancías.
Ahora bien este año a mi regreso en la ciudad de México y volviéndo a
tomar “el metro” a parte el gentío habitual que me impedía reflexiones u
observaciones más agudas, noté con grande maravilla el excelente equilibrio y
destreza de las mujeres mexicanas para maquillarse con maestría a pesar del
traqueteo... diablos! A mi no me bastaban dos brazos y dos piernas bien
plantadas en el suelo para lograr estar en pie mientras que ellas con “nonchalance”
se pintaban magnificamente.
Segunda cosa que descubrí fueron “los bocineros”: es gente que vende
c.d. piratas, salen en los vagones llevando consigo un viejo c.d. player, haciéndo escuchar el último hit del momento o
viejas canciones mexicanas a todo volumen, estridente... a un primero momento
me sorprende como un c.d. player pueda tener la potencia de un verdadero
estereo, hasta que mi hija me hace notar que en sus espaldas adentro de las
mochilas traen una grande bocina que difunde los sonidos tan fuerte; la bocina,
de ahí el epíteto de “bocineros”. Te hacen volverte loco con tan alto volúmen,
tanto es que en estos días se ha desatado en la red una lucha contra ellos,
recogen firmas para quitarlos del metro. La gente del metro aparentemente parece
indiferente a todo, en realidad padece todo, en este caso la contaminación
acústica no menos grave de aquella atmosférica. Seguramente me mantendré
informada sobre esta acción contra “los bocineros”.
Por último, una cosa que encuentra siempre confirmación a mis regresos
en México es el coquetear (por no decir "el cachondeo") de las parejas mexicanas, no
solo en el metro, no importa el lugar, la edad, el horario, donde quiera que
estén, ellos se besan ( y no solo!) con una pasión que es increíble, waw” a veces
en manera embarazosa para mi... benditos ellos!
Y como dice Serrat: “entre el infierno y el cielo,
galopando entre tinieblas
de la periferia al centro
del centro a la periferia,
el metro.
Con ojos de sueño viene
cruzando la madrugada
regresará a media noche
con el alma
fatigada
el metro......................
………………………
Yo sólo la veo a ella
la bella
la bella
la bella que no me ve