domenica 25 agosto 2019

El pie en dos estribos. Il piede su due staffe



Como todos los años con la llegada del verano preparo mi viaje a México para ir a visitar a mi mamá y resto de la familia. Salgo del aeropuerto de Florencia. En los últimos tiempos lo han agrandado y embellecido, en espera del suspirado permiso para alargar las pistas de aterrizaje y despegue de los aviones sin tener problemas por el viento fuerte o mal tiempo como sucede ahora y por supuesto superar las guerras internas entre los grupos políticos “pro-aeropuerto” y “contra-aeropuerto”, un “must” del bipolarismo existencial actual.
Es muy temprano en la mañana y ya con mucha gente. Todo procede regular, la mayoría de las personas que encuentro son de origen asiatica o árabes, se caracterizan por llevar muchas maletas y muy grandes. Familias con niñas vestidas todas con colores de rosa, con brillantitos, cargan trolleys color fiuscia con personajes de princesas, sirenas de WaltDisney. No cabe duda que las costumbres son difícil de cambiar, (lo digo por eso de los esterotipos).

El viaje a Roma es muy corto, el aeropuerto de Fiumicino es muy bello y limpio, con buenos restaurantes y excelentes tiendas con marcas de lujo como Gucci, Prada y Ferrari. Los negocios de alimentos estàn decorados en manera cautivadora, se antoja comprar todo. Llegando a este limpio y ordenado aeropuerto, un extranjero no puede imaginar el caos que encontrará fuera de ahí, al momento de atravesar la salida, será toda una aventura.
Vuelo con Alitalia de Roma a la Ciudad de México, compañía de bandera italiana siempre al bordo de la bancarrota. Todos muy amables y elegantes los integrantes de la tripulación, pero la aeronave, la comida y los servicios “senza infamia e senza lode”, o sea mediocre: un verdadero pecado para el made in Italy!






Llegar al aeropuerto de la Ciudad de México es siempre de impacto, lo primero que te golpea es el olor de comida de fast food junto a los aromas fuertes de los perfumes del duty free, un mix mortal. Sin entrar en polémica creo que es realmente necesario construir un nuevo aeropuerto, el actual se quedó chiquito para el volumen de usuarios y está muy arruinado, ojalá se logre hacer algo nuevo, sobretodo por cuestiones de seguridad. La incomodidad del aeropuerto viene compensado por la gentilez de sus empleados y del mexicano en general.
Los aeropuertos pueden parecer todos más o menos iguales, con sus cafeterías, restaurantes, duty free shops con artículos y especialidades de cada país, según yo son los lugares más democráticos antiracistas que todavía existen pues ves gente procedentes de todo el mundo, de todos colores y sabores en aparente armonìa. A mi me gusta observar a la gente y siempre descubro algun personaje digno de caricatura, mientras esperaba el vuelo a Tampico, noté a una joven mujer regordeta sentada en el suelo, vestida en manera muy kitch en patas de gallo (pienso a cuando esas chanclas se usaban solo en la playa o cuando salíamos a mojarnos en la lluvia de niños, ora las usan hasta para ir a teatro!). Bueno pues esta simpática mujer muy quitada de la pena se hacía una limpieza muy precisa de sus gorditos pies, usaba unas toallitas húmedas y se restregaba cada dedo con una precisión maniática después de eso los secaba con kleenex y por último los untaba de crema. Y yo pensé: le importa un pito las reglas de etiqueta, ¡que felicidad ser ordinaria!

 Yo amo las tradiciones, y en los últimos años me quedo en Tampico uno o dos días con mi primo querido y su pareja. Ellos me consienten y me tratan como reina, vamos siempre a la playa y yo gozo como una niña, y cada vez que entro en su mar es como un bautizo, ¡Adoro!



Y llega el día que parto para el Mante, tomo mi autobus de Transpais, óptimo siempre su servicio. Por primera vez me piden un documento de identificación, esto debido a los problemas de fuerte migración que están viviendo y el gobierno requiere más controles. Cierto que el problema de la migración se ha vuelto una cuestión muy complicada y difícil de resolver en todo el mundo.
Una vez en Mante, fue muy conmovente estar con mi mamá, a sus noventa años está perfectamente cuerda. Pasamos días y tardes conversando de mil temas, no solo recordando viejos tiempos pues aunque si casi no sale de la casa está muy bien informada de la situación mundial y sus problemas. Juntas hicimos menús para cocinar y curiosa me hacía compañía mientras yo preparaba nuestras comidas, a veces ella se tomaba un tequilito y yo vino tinto. Momentos inolvidables.
Estar con todas mis hermanas y sobrinos es siempre una fiesta, no falta como sea alguna escaramuza, es inevitable, cada cabeza es un mundo. Lo importante es que todos los conflictos se desbarataban como la espuma del mar.Y al final vengo homenajeada generosamente por todos ellos.




El adiós, siempre se tiñe de gris y aunque si es un rito que se repite desde hace más de treinta años, es algo que inevitablemente trae consigo dolor y no se logra acostumbrar. Sabes que extrañarás a tus seres queridos, sinembargo estás conciente que ya ese mundo no te pertenece, tu casa es aquella donde has hecho raíces, en mi caso son treinta y siete años en Italia y entonces el alejarse se vuelve más sufrido pues en fondo al corazón se vive como una pequeña traición con respecto a tu país natal. Al menos yo así lo siento. Ahora más visto que mi hija está viviéndo en Oaxaca, mis dos más grandes amores: madre e hija lejos de mí. No ha sido fácil, no será fácil vivir siempre con un pie en dos estribos. ¡Diablos a la lejanía!





Versione in italiano

Come tutti gli anni con l'arrivo dell'estate preparo il mio viaggio in Messico per andare a visitare la mia mamma e il resto della famiglia. Parto dall'aeroporto di Firenze che negli ultimi anni hanno rimodellato e imbellito. In attesa di riuscire ad avere i permessi per allungare la pista che permetta l'atterraggio e il decollo degli aerei anche quando c'è vento forte o mal tempo, e ovviamente se riescono a superare le guerre interne fra i partiti del “pro-aeroporto” o i “contro-aeroporto”. Un must del bipolarismo esistenziale di questi tempi odierni.
È mattina presto ed è pieno di gente. Tutto procede regolare, la maggioranza delle persone che trovo sono d'origine asiatiche o arabe, si caratterizzano perché hanno molte valigie e molto grandi. Famiglie con bambine vestite tutte di rosa, con luccichii, portano dietro trolleys di colore fucsia con personaggi di principesse, sirenette di WaltDisney, certo che cambiare costumi è difficile, (lo dico per quella cosa degli stereotipi)
Il viaggio a Roma è breve, l'aeroporto di Fiumicino è molto bello e pulito, con buoni ristoranti ed eccellenti boutique di lusso come Gucci, Prada e Ferrari. I negozi di genere alimentari sono arredati in maniera accattivante, ti vien voglia di comprare tutto. Quando arriva uno straniero a questo ordinato e bell'aeroporto non può immaginare il caos che troverà fuori una volta varcata la uscita, sarà tutta un'avventura!
Volo con Alitalia da Roma a Città del Messico, la nostra compagnia di bandiera sempre sull'orlo del fallimento. Sono tutti molto gentili ed eleganti i componenti della equipaggio, ma l'aeronave, il cibo e i servizi sono proprio “senza infamia e senza lode”: un vero peccato per il made in Italy.





Arrivare all'aeroporto della Città del Messico è sempre d'impatto, la prima cosa che colpisce è il odore di cibo di fast food e l'aroma dei profumi del duty free, un mix micidiale. Senza voler polemizzare credo che sia veramente urgente la costruzione di un nuovo aeroporto, l'attuale è diventato piccolo per il volume di utenti ed è veramente rovinato dagli anni, speriamo che risolvano il problema della costruzione di uno nuovo, sopratutto per la questione di sicurezza. Il disagio che si trova in questo vecchio aeroporto viene ricompensato della gentilezza dei suoi impiegati o dei messicani in generale.
 Gli aeroporti possono fra di loro assomigliarsi molto, con i suoi caffè, ristoranti e duty free più o meno uguali, secondo me sono posti molto democratici e antirazzisti perché si vedono persone provenienti di tutto il mondo, di tutti colori e sapori in apparente armonia. A me piace osservare la gente nelle lunghe attese e ogni volta scopro qualche personaggio particolare o buffo. Mentre aspettavo il volo a Tampico, ho visto una donna giovane grassottella seduta in terra, vestita in maniera molto kitch e con l'infradito (un tempo l'infradito si usavano solo per andare al mare o quando da bambini ci si bagnava sotto la pioggia, ora si usano anche per andare a teatro!). Bene questa simpatica donna si faceva una pulizia accurata dei suoi piedini cicciotti, con delle salviettine umide si strofinava ogni dito con precisione maniacale, dopodiché li asciugava con un kleenex e per ultimo li ungeva di crema. Io ho pensato che felicità l'essere ordinari!

 Io amo le tradizioni, negli ultimi anni rimango uno o due giorni a Tampico con mio amato cugino e la sua compagna. Loro mi coccolano e mi trattano come una regina, mi portano sempre in spiaggia e io me la godo come fosse una bambina e ogni volta che entro nel mare è come fosse un battessimo. Adoro!


Poi arriva il giorno che parto per il Mante, prendo l'autobus Transpais, ottimo sempre il servizio. Per la prima volta mi chiedono l'identificazione, questo dovuto al problema della forte migrazione che stano anche loro vivendo, il governo sta richiedendo più controlli per l'incremento dei migranti e la politica di respingimento di Trump. Certo che la migrazione è diventato un problema mondiale e sta diventando una questione difficile da gestire e risolvere dappertutto.
Una volta al Mante, è stato molto commovente passare del tempo con la mia mamma, ha novanta anni e sta perfettamente di testa. Abbiamo trascorso giorni interi a conversare di mille temi, non solo ricordando vecchi tempi ma anche cose d'attualità, non ostante lei esca poco da casa è molto ben informata di quello che succede fuori nel mondo. Insieme abbiamo scritto menù per cucinare e lei curiosa mi guardava mentre preparavo i nostri pranzi, a volte lei beveva qualche shottino di tequila e io del vino rosso. Momenti indimenticabili.
Stare con le mie sorelle e nipoti è sempre una festa, non sono mancate qualche scaramucce, cosa inevitabile: ogni testa è un mondo. Lo importante è che tutti i conflitti si scioglievano come la schiuma del mare. Alla fine sono stata sempre generosamente omaggiata da tutti quanti.




L'addio si tinge sempre di grigio e anche se è un rito che se ripete da più di trenta anni, è qualcosa che inevitabilmente porta con se dolore e non ci si riesce ad abituare. Sai che ti mancheranno le persone care, comunque sei cosciente che quel mondo non ti appartiene più, tu casa è quella dove hai fatto crescere radici, nel mio caso sono trentasette anni qui in Italia e allora allontanarsi diventa ancora più sofferto perché in fondo al cuore si vive questo come un piccolo tradimento nei confronti del tuo paese natale. Al meno io lo vivo così. Oggi ancora di più visto che mia figlia vive a Oaxaca, i miei due grandi amori: madre e figlia lontane da me. Non è stato facile, non sarà facile vivere sempre con il piede in due staffe. Accidenti alla lontananza!