A proposito del tiramisù con lo yogurt... la forma che assume il fiore di pesca mi ha ricordato il Sole.
Ho pensato a come descriverlo ma ho creduto che non ci fossero parole migliori che quelle di Ovidio.
Ecco un brano tratto dalle Metamorfosi, Libro II, versi 1-39. Fetonte figlio del Sole (Febo) e di Clìmene chiede a suo Padre una prova della sua genitorialità.
Alta si ergeva la reggia del Sole su immense colonne,
tutta bagliori d'oro e fiammate di rame;
lucido avorio rivestiva la cuspide del frontone
e i battenti della porta emanavano riflessi argentei.
E qui l'arte eclissava la materia, perché il dio del fuoco
vi aveva cesellato i mari che circondano la terra,
l'universo intero e il cielo che lo sovrasta.
Tra i flutti emergono gli dei del mare, Tritone che suona,
l'ambiguo Pròteo, Egèone che con le sue braccia
imbriglia dorsi enormi di balene,
e Dòride con le sue figlie, alcune mentre nuotano,
altre sedute su scogli ad asciugarsi i verdi capelli,
qualcuna in groppa a un pesce: non hanno tutte lo stesso viso,
ma nemmeno diverso, come s'addice a sorelle.
Sulla terra vi sono uomini, città, boschi e animali,
fiumi, ninfe e le altre divinità della campagna.
Sopra è raffigurato il cielo che brilla di luci:
sei costellazioni sul battente destro, sei sul sinistro.
Quando per un erto sentiero qui giunse il figlio di Clìmene,
appena entrato nella dimora del padre putativo,
subito si diresse al suo cospetto, ma fermandosi
a una certa distanza: più vicino non ne avrebbe sostenuto
il fulgore. Avvolto in un manto purpureo, Febo sedeva
su un trono tutto sfolgorante di smeraldi luminosi:
ai suoi lati stavano il Giorno, il Mese e l'Anno,
i Secoli e le Ore disposte a uguale distanza fra loro;
e stava la Primavera incoronata di fiori,
stava l'Estate, nuda, che portava ghirlande di spighe,
stava l'Autunno imbrattato di mosto
e l'Inverno gelido con i bianchi capelli increspati.
Al centro, con quegli occhi che scorgono tutto, il Sole
vide il giovane sbigottito dalla meraviglia e:
"Perché sei venuto?" gli disse. "Cosa cerchi in questa rocca,
Fetonte, figliolo mio che mai potrei rinnegare?".
E quello: "O luce, che a tutto l'universo appartieni,
Febo, padre mio, se mi concedi d'usare questo nome
e se Clìmene non cela una colpa sotto falsa effigie,
dammi testimonianza, genitore, che mi rassicuri
d'essere tuo figlio, e strappami questa incertezza dal cuore".
Version en castellano:
A proposito del tiramisù con el yogurt... la forma que adquiere la flor de durazno me recordò al Sol. Pensé a como describirlo pero creo que no hay palabras mejores que las de Ovidio. Aqui' un pasaje de las Metamorfosis, Libro Segundo, Versos 1-39. Fetonte, hijo del Sol y de Clímene pide a su Padre una prueba de su filiación.
El real del Sol era, por sus sublimes columnas, alto,
claro por su rielante oro y, que a las llamas imita, por su piropo,
cuyo marfil nítido las cúspides supremas cubría;
de plata sus bivalvas puertas radiaban de su luz.
A la materia superaba su obra; pues Múlciber allí
las superficies había cincelado, que ciñen sus intermedias tierras,
y de esas tierras el orbe, y el cielo, que domina el orbe.
Azules tiene la onda sus dioses: a Tritón el canoro,
a Proteo el ambiguo, y de las ballenas apretando,
a Egeón, las inabarcables espaldas con sus brazos,
a Doris y a sus nacidas, de las cuales, parte nadar parece,
parte, en una mole sentada, sus verdes cabellos secar;
de un pez remolcarse algunas; su faz no es de todas una misma,
no distante, aun así, cual decoroso es entre hermanas.
La tierra hombres y ciudades lleva, y espesuras y fieras
y corrientes y ninfas y los restantes númenes del campo.
De ello encima, impuesta fue del fulgente cielo la imagen,
y signos seis en las puertas diestras y otros tantos en las siniestras.
Adonde, en cuanto por su ascendente senda de Clímene la prole
llegó y entró de su dudado padre en los techos,
en seguida hacia los patrios rostros lleva sus plantas,
y se apostó lejos, pues no más cercanas soportaba
sus luces: de una purpúrea vestidura velado, sentábase
en el solio Febo, luciente de sus claras esmeraldas.
A diestra e izquierda el Día y el Mes y el Año,
y los Siglos, y puestas en espacios iguales las Horas,
y la Primavera nueva estaba, ceñida de floreciente corona,
estaba desnudo el Verano y coronas de espigas llevaba;
estaba también el Otoño, de las pisadas uvas sucio,
y glacial el Invierno, arrecidos sus canos cabellos.
Desde ahí, central según su lugar, por la novedad de las cosas atemorizado
al joven el Sol con sus ojos, con los que divisa todo, ve,
y “¿Cuál de tu ruta es la causa? ¿A qué en este recinto”, dice, “acudías,
progenie, Faetón, que tu padre no ha de negar?”
Él responde: “Oh luz pública del inmenso mundo,
Febo padre, si me das el uso del nombre este
y Clímene una culpa bajo esa falsa imagen no esconde:
prendas dame, genitor, por las que verdadera rama tuya
se me crea y el error arranca del corazón nuestro.”
claro por su rielante oro y, que a las llamas imita, por su piropo,
cuyo marfil nítido las cúspides supremas cubría;
de plata sus bivalvas puertas radiaban de su luz.
A la materia superaba su obra; pues Múlciber allí
las superficies había cincelado, que ciñen sus intermedias tierras,
y de esas tierras el orbe, y el cielo, que domina el orbe.
Azules tiene la onda sus dioses: a Tritón el canoro,
a Proteo el ambiguo, y de las ballenas apretando,
a Egeón, las inabarcables espaldas con sus brazos,
a Doris y a sus nacidas, de las cuales, parte nadar parece,
parte, en una mole sentada, sus verdes cabellos secar;
de un pez remolcarse algunas; su faz no es de todas una misma,
no distante, aun así, cual decoroso es entre hermanas.
La tierra hombres y ciudades lleva, y espesuras y fieras
y corrientes y ninfas y los restantes númenes del campo.
De ello encima, impuesta fue del fulgente cielo la imagen,
y signos seis en las puertas diestras y otros tantos en las siniestras.
Adonde, en cuanto por su ascendente senda de Clímene la prole
llegó y entró de su dudado padre en los techos,
en seguida hacia los patrios rostros lleva sus plantas,
y se apostó lejos, pues no más cercanas soportaba
sus luces: de una purpúrea vestidura velado, sentábase
en el solio Febo, luciente de sus claras esmeraldas.
A diestra e izquierda el Día y el Mes y el Año,
y los Siglos, y puestas en espacios iguales las Horas,
y la Primavera nueva estaba, ceñida de floreciente corona,
estaba desnudo el Verano y coronas de espigas llevaba;
estaba también el Otoño, de las pisadas uvas sucio,
y glacial el Invierno, arrecidos sus canos cabellos.
Desde ahí, central según su lugar, por la novedad de las cosas atemorizado
al joven el Sol con sus ojos, con los que divisa todo, ve,
y “¿Cuál de tu ruta es la causa? ¿A qué en este recinto”, dice, “acudías,
progenie, Faetón, que tu padre no ha de negar?”
Él responde: “Oh luz pública del inmenso mundo,
Febo padre, si me das el uso del nombre este
y Clímene una culpa bajo esa falsa imagen no esconde:
prendas dame, genitor, por las que verdadera rama tuya
se me crea y el error arranca del corazón nuestro.”
Ovidio è tra gli autori latini più eleganti che ci siano. Le sue descrizioni verbali sono visive: come pennellate sulla tela... immagini vivissime.
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